Pedro Narváez

Las magas pop

La Razón
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El carnaval adelanta su tiempo. Ya todo vale para subirse a una carroza, hasta el «efecto Pedroche» de las reinas republicanas de Valencia asomadas al balcón mientras ellas mostraban el suyo como de cabaret de la huerta, producto fresco de la cosecha política que prefiere el mamarracho melonero a la zambomba intelectual de la que presumían. Díganme machista pero entre las mama chicho de Ribó y el flequillo de la líder de la CUP, la chica que nunca celebró la Navidad, ahora se entiende el semblante hostil de la exiliada del pesebre, me pongo de antisistema que es mal que arregla un peluquero. Lo otro necesita de un psiquiatra y el tiempo de las pirulas en la ruta del bakalao con Chimo Bayo, esta sí, está no, ya es viejuno y de camello auténtico que ya no se lleva. Berlanga que estás en los cielos hubiera disfrutado de esta paella reconstruida en disparate antes de que les ocurriese quitarle una calle, si la tuviera, por ir a la División Azul que te roba el pasaporte del genio. La gran cultura era esto. No bajar el IVA sino desempolvar la caspa que en un día derramó la República para disfrute del populacho. El mito de que cualquier tiempo fue mejor se desmorona en este analfabetismo. La nueva política se retrotrae casi un siglo con el falso mito de la ilustración morada.

Kichi intentó que además de ninfas en el carnaval de Cádiz hubiera ninfos saltando como en los escaparates del orgullo gay porque es contrario a la igualdad que sólo las chicas representen a la ciudad. Por el momento, quieto parao pero todo se andará. Cuando las barbas de las reinas magas veas pelar pongamos las nuestras a remojar. Por no creer en ellas anoche me dejaron carbón y carbona, a punto la dislexia de llamarme otra cosa con sólo bailar las consonantes. Lo merecemos los que hemos sido malos el año pasado poniéndolos a caer de un burro o de una mula, especie también desaparecida con tanto buey suelto. Chencho se encontró anoche con su abuelo, que en realidad era su abuela, y no pegó ojo en toda la noche.

Desandaron ya las calles de España la parodia de un frente popular que reparte caramelos a los ciudadanos para endulzarles las mentiras, la justicia social y esos palabros que se envuelven en dialéctica de celofán que luego resulta ser papel de estraza. El reflejo de una política de gestos chuscos y engaños masivos. Las reinas magas y todo ese chusmerío no es inocente bagatela sino parte del plan de travestismo ideológico que entra como un chiste y acaba en película de terror. Como diría Pablo Iglesias, siempre con una sonrisa. Anoche el desfile real de Madrid acabó con una pancarta contra Rajoy que es lo que al cabo venden: que el presidente ha sido travieso y no se merece que Sus Majestades le regalen continuar en la presidencia del Gobierno y así ellos entran en el pesebre.