
Toni Bolaño
Operación gran coalición
«El debate candente en el PSOE, el que está en ciernes, es la política de pactos». Así se expresa un dirigente socialista para explicar el rifirrafe que se ha producido esta semana entre Susana Díaz y Pedro Sánchez sobre cuál será la estrategia del PSOE tras los comicios municipales y autonómicos. La presidenta andaluza marcó su posición advirtiendo que no admitiría «injerencias» y «que los pactos en Andalucía los fijará el PSOE de Andalucía». Rápidamente, Ferraz salió al quite para afirmar que «la política de alianzas la define el Comité Federal». En el aspecto formal este tira y afloja puede ser solamente un nuevo enfrentamiento entre el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y la todopoderosa dirigente andaluza. Sin embargo, el debate es más profundo porque de los pactos municipales y autonómicos se dibujarán las preferencias socialistas en las generales. En el fondo, el debate en el seno del PSOE es o pactar con formaciones emergentes o recurrir a la gran coalición, o sea, los pactos con los populares.
El próximo acto de este debate se producirá en el Comité Federal del día 28, día que los socialistas pactarán las listas y quizás sus políticas de alianzas. Lo harán seis días después de los comicios andaluces. Sánchez apostará formalmente por «ganar» y así «no tener la necesidad de pactar con nadie». Eso, al menos, era el guión hasta que Susana Díaz dijera que ella pilotará las alianzas en Andalucía. En Ferraz no quieren «un café para todos» porque su objetivo es cerrar el paso a Podemos, pensando en las generales. Por eso, hoy por hoy, Sánchez fija su adversario en el PP para erigirse en el único que planta cara a la derecha.
La pregunta es por qué el debate aparece ahora. Fuentes socialistas bien informadas, apuntan a la teorización en el seno del partido sobre la gran coalición, lo que no es un «plato de gusto para buena parte de la militancia». De hecho, apuntan, «la tradicional política de pactos socialista en las municipales se escora a la izquierda, nunca a la derecha». Ahora, los defensores de la gran coalición quieren poner una pica en Flandes pensando en las generales.
Felipe González, ex presidente del Gobierno, rompió el fuego de la gran coalición en el verano de 2014. Dicen que el líder socialista dijo: «Hay que salvar España aunque se hunda el PSOE». González cuenta con el apoyo de lo que se denomina «felipismo sociológico» representado por personas como Javier Solana, pero también con apoyo de un grupo mediático y con empresas del IBEX 35. A este grupo se sumó meses más tarde el que fuera secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y algunos de sus colaboradores. Alfonso Guerra no se encuadra en este grupo, pero fuentes socialistas del Congreso apuntan que en algún momento el histórico dirigente afirmó que «esta dirección tendrá que decidir entre salvar España o hundir el PSOE». Las actuaciones de este grupo se limitaban a contactos de alto nivel para conseguir adeptos a su postura, pero la convocatoria de las elecciones andaluzas aceleró los contactos y se planearon movimientos.
El primero de estos movimientos fue el cese de Tomás Gómez. El líder socialista madrileño, y todavía miembro de la Ejecutiva federal, fue sustituido por una gestora. Su posición liderando el ala izquierda del partido favorable a pactos con formaciones como Podemos y Ciudadanos para poner fin a 35 años del PP en Madrid no gustaba al grupo de Felipe, Solana y Rubalcaba. Por eso, desplegaron su actividad para convencer a Pedro Sánchez. A la vista de los resultados, lo consiguieron. Gómez fue «derrocado» el 11 de febrero. Pocos días antes todavía recibía mensajes telefónicos de apoyo de Sánchez. Gómez no se lo esperaba.
Sánchez se sumó a este movimiento también por un interés organizativo. La caída de Gómez, todo un golpe de mano, rompía el grupo liderado por Susana Díaz y Ximo Puig. No en vano, ni valencianos ni andaluces fueron comparsas en la destitución de Gómez y no participaron en la Comisión Permanente de la Ejecutiva del PSOE que tomó la decisión. La caída de líder madrileño rompió lo que algunos llamaban «el triángulo de las Bermudas» y, lo más importante, el eje de los líderes más descontentos con Sánchez y más partidarios de abrir el PSOE a pactos «contra el PP».
¿Por qué Madrid? «Porque Madrid es un símbolo», apunta un dirigente socialista. «Si Madrid forma una gran coalición será un referente en toda España y podrá ser extrapolable», añade. Por eso «se elige un candidato independiente ligado a un medio de comunicación», en clara referencia a que Ángel Gabilondo, que ha sido presidente de la Fundación El País-Universidad Autónoma de Madrid y miembro del consejo editorial de Prisa. Por si alguien tiene alguna duda, otro dirigente apunta «un medio que Felipe González visita cada semana y en el que escribió una tribuna en la que teorizaba sobre la situación de España».
La excusa formal para cesar a Gómez fue su presunta imputación –que todavía no se ha producido- y la previsión de malos resultados que no parecen que hayan mejorado en estas semanas. Ante la propuesta de la gran coalición, Susana Díaz ha advertido claramente que «no cuenten conmigo» y ha afirmado que no «pactará con el PP». A pesar de que en Ferraz se apunta que el PP puede abstenerse en su investidura, eso no será necesario. «Bastará con que el PP vote a su candidato». Tampoco en Valencia se ve con buenos ojos un pacto con los populares porque «no es posible. En Valencia es necesario por higiene democrática la alternancia». Bajo este prisma, algunos van más allá y afirman que un pacto «PP-PSOE es el fin del bipartidismo». Otra cosa es que en Valencia «la política de pactos está muy abierta», según apuntan fuentes cercanas al candidato Ximo Puig.
Sin embargo, otros candidatos como Emiliano García-Page o Guillermo Fernández Vara esperan ansiosos las directrices de pacto que marque Ferraz, pues necesitan imperiosamente el apoyo de fuerzas emergentes para arrebatar el gobierno al PP.
Este escenario culmina con la exploración de otra posibilidad: un adelanto electoral. Las especulaciones sobre este asunto apuntan a que los enfrentamientos entre Sánchez y Rajoy son «un mero postureo» pero que ambos no verían mal esta posibilidad porque de esta forma «el PSOE se ahorraría unas primarias y ambos se podrían ahorrar unas elecciones anticipadas en Cataluña». Finales de septiembre o principios de octubre se apuntan como fechas posibles. El debate de la gran coalición ya se está convirtiendo en otro desgarro en el PSOE.
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