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Campaña electoral

Oramas y oremus

La Razón La Razón

La encuesta del CIS es el retrato grabado a fuego de nuestra paranoia. Tengan en su gloria los dioses a quienes realizan el sondeo y a los que lo contestan y a aquellos que luego con ese material extraen conclusiones que tomamos como dogma de fe cuando parecen bromas o acertijos sin premio.

Que los políticos más valorados sean, entre otras glorias patrias, Koldo Martínez, de Nafarroa Bai; Miren Beitialarrangoitia, de Bildu, a la que seguro que todos ustedes tienen en mente cuando van a preguntarle, o que Ana Oramas, de Coalición Canaria, roce el aprobado, es un enigma a resolver en la nueva reválida de la ESO. No hay comida familiar en la que no sean protagonistas. Ni el corrector reconoce sus apellidos.

Según la regla demoscópica, cuanto menos se conoce a un líder mejor se posiciona en la tabla, lo que, además de un disparate, es verdad. Va ser cierto que unos comicios se ganan por descarte, como la elección del toro bravo que no va a la plaza. Sólo Alberto Garzón se salva de esta regla ignota y es el que mejor ha hecho sus deberes. El de IU es conocido y valorado, lo que quiere decir que no molesta, al contrario que Rajoy, que de ser un club de fútbol bajaría a segunda división.

Hemos perdido el oremus pero hemos ganado a las Oramas, a las que el CIS inyecta unas hormonas de crecimiento que se confunde con el dopaje. La canaria fue la única a la que pudo convencer Sánchez para que le apoyara en su pacto de investidura con Ciudadanos. De ahí a la gloria. Fichen pues a estos políticos como cabezas de lista en las elecciones recién convocadas por el rey prudente. Oramas daría mayoría absoluta al PP o al PSOE. La ciudadanía se estremece con oír su nombre aunque no recuerde su cara, ni falta que hace ahora que los partidos se plantean una campaña sin carteles y barata, que es el otro teatrillo con el que nos quieren entretener. En Canarias debe ser más popular que el ganador de la gala «drag queen» de los carnavales. Oramas y Beitialarrangoitia harían un tándem perfecto según el Frankenstein creado por el CIS, la madre de todas las encuestas que resulta ser el hijo bastardo de nuestras opiniones. Una pena que en el muestreo no incluyan a los segundos espadas o a los portavoces, Hernandos y Girautas, para echarnos unas risas. Los primeros ya tienen experiencia en el club de la comedia y el delfín de Rivera ya está cogiendo experiencia en eso de contar chistes en serio como un Eugenio de la nueva política. Me parto vamos.

El CIS, para quien se lo crea, también deja una mala noticia para Iglesias. Los votantes de IU le suspenden. Sin embargo, los de Podemos aprueban a Garzón. Si han usado la misma regla que la de Beitialarrangoitia puede Pablo estar tranquilo. En caso contrario, espere, que le pasamos con una teleoperadora del CIS para que le explique si ésa es la barrera para el «sorpasso». Estamos ante la famosa cocina del CIS, vamos camino de la indigestión.

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