
César Vidal
Presidente, haga algo más útil
Los he visto en medio mundo. Procedentes de las filas del nacionalismo catalán, aparecen en conferencias, seminarios, actos oficiales. Ni una sola vez pierden la oportunidad de denigrar a España a la vez que pretenden dar la impresión de que ellos, los nacionalistas catalanes, son la encarnación de la cordura y de la bondad y que sufren con paciencia a esa raza inferior que son los españoles. Escriben en los medios extranjeros, ocupan cátedras financiadas por fondos públicos, acaparan puestos en organismos internacionales y su mensaje siempre es el mismo: España es una nación de tarados que vive a costa de los catalanes, seres generosos, simpáticos y moderados. Esa realidad –la de legiones de miserables cuya única tarea es denigrar a España las veinticuatro horas del día en favor del nacionalismo catalán– ha sido descubierta ahora al publicarse los argumentarios que el gobierno catalán ha enviado al Diplocat, el servicio diplomático de Cataluña en el extranjero. Ahora millares de españoles saben que son presentados internacionalmente como parásitos y vagos que viven de Cataluña. Esto sucede cuando Cataluña –que acumula más del cincuenta por ciento de la deuda de las 17 CC AA– está en quiebra desde hace años y se mantiene única y exclusivamente sobre la base del dinero que sale de los bolsillos de los españoles. Es cierto que Montoro advirtió de que podía intervenir a las CC AA que no cumplieran, pero ahora sabemos que fue una de tantas mentiras políticas porque la realidad es que Cataluña ya ha devorado una parte mayoritaria del fondo de ayuda a las CC AA. Para remate, si España presenta signos de caos se lo debe no poco a ese nacionalismo catalán que ha arruinado a la región y que despide un espeso hedor a corrupción desde hace décadas, una corrupción que comienza con el capo y continúa con sus herederos, aunque ninguno de ellos tenga la prestancia de James Cann o de Al Pacino. No conozco una sola nación en el mundo que gaste sumas ingentes en mantener a funcionarios y paniaguados que destruyan su imagen en el exterior. La excepción es España, con las representaciones diplomáticas de Cataluña o con la presencia de nacionalistas catalanes en todo tipo de organismos que pagamos el conjunto de los españoles. Hace unos días Rajoy pedía a los empresarios que no hablaran mal de España. Señor presidente, haga usted algo más útil: limpie de nacionalistas catalanes cualquier dependencia pagada por los ciudadanos. Nuestra imagen en el exterior mejorará increíblemente.
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