Restringido

Puertas

La Razón
La RazónLa Razón

El 29 de noviembre en Bangui ,capital de la República Centroafricana; el 8 de diciembre en la Basílica de San Pedro; ayer domingo en «su» catedral como Obispo de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Francisco ya ha abierto tres Puertas Santas en este Jubileo de la Misericordia.

Y no ha acabado porque este viernes abrirá aún otra en el comedor-dormitorio de la «Caritas» romana; el domingo celebrará idéntico rito en la Basílica de Santa María la Mayor, y el 6 de enero, festividad de la Epifanía, en el popular santuario mariano del Divino Amore. Si Bergoglio ha querido multiplicar las Puertas Santas en la Ciudad Eterna –«urbi»– con idéntico espíritu ha descentralizado las celebraciones jubilares disponiendo que todas las catedrales del mundo –«orbi»– y algunos monasterios o santuarios famosos puedan ofrecer a los peregrinos los mismos frutos espirituales que si viniesen a Roma.

Pero si cambian los dinteles que los fieles atravesarán en estos meses, permanece inalterable e idéntico el mensaje: la misericordia. Con esa capacidad de reiterar su pensamiento (como han hecho siempre los buenos pedagogos), Francisco martillea la idea que le llevó a convocar este Año Santo extraordinario: la misericordia que Dios nos concede –siempre y a todos– y la misericordia que cada uno de nosotros está llamado a testimoniar y a practicar con nuestros semejantes. Ya se ha dicho que éste es el primer Año Santo temático en la historia de la Iglesia. Francisco ha querido centrar la atención de la Iglesia sobre el núcleo de la revelación: el Dios de la misericordia. Como ya dijo en la audiencia general del pasado miércoles, «la Iglesia necesita este momento extraordinario. No digo que sea bueno para la Iglesia este momento, digo que es necesario . En nuestra época de profundos cambios la Iglesia está llamada a ofrecer una contribución especial haciendo visibles los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. El Jubileo es un tiempo favorable para todos nosotros porque contemplando la Divina Misericordia podemos ser testigos más convencidos y eficaces de la misma».