Julián Cabrera

Sayonara, moisés

La Razón
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Artur Mas se embarcaba hace cinco años en la deriva soberanista convencido de pasar a la historia como el Moisés que guiaría al pueblo de Cataluña hacia una «tierra de promisión». La dirección de la CUP, sin embargo, le daba ayer una patada tan soberana que a esta hora aún practica el vuelo sin motor. Habrá elecciones repetidas en marzo en Cataluña, toda una lección a la política nacional de cómo no deben gestionarse según qué cosas y esa nueva cita con las urnas, que nadie se engañe, supondrá para el Estado todo un desafío por parte de quienes desde el soberanismo tocado harán lo imposible para evitarle la condición de hundido.

Lo de la CUP no es una broma pesada, tiene bastante más de drama que eso que algunos venían apuntando jocosamente como «el CUP de la comedia». El panorama abierto en Cataluña despejada la duda a propósito de Mas y la poltrona de Sant Jaume, no sólo añade una oportunidad de clarificar las cosas en esa comunidad, también incertidumbres en clave nacional a los grandes o ya no tan grandes partidos.

El escenario propiciado tanto por las formaciones de Mas y Junqueras como por un grupo anticapitalista recomienda reparar en la posición y en la escasa capacidad de maniobra que les sigue quedando a esas cuatro grandes formaciones de cuyas manos depende la estabilidad del país para al menos los dos próximos años de una corta legislatura. Al Partido Popular sólo le queda insistir en la idea de un gran frente con PSOE y Ciudadanos, al menos para unificar una línea de acción en el asunto catalán, pero seamos realistas, salvada la máxima de la defensa de la integridad del estado, populares y socialistas llevan años sin entenderse. A Pedro Sánchez se le ponen los pelos como escarpias tan sólo con oír hablar de una eventual aplicación del artículo 155 de la Constitución. Apuntando esto, la repetición de elecciones que nadie dice querer no levanta precisamente pánico en Génova 13. Más complicado se le presenta el panorama a Ferraz 70. Sánchez sigue dentro del sándwich de la presión del PP por un lado y la de Podemos por otro, sabedor, además, de que no sería candidato a La Moncloa si se repiten los comicios. Susana Díaz ya tiene reservado el AVE Sevilla-Madrid.

Podemos celebraba ayer su primera gran reunión post 20-D y algo quedaba confirmado más allá de la ya sabida y legítima intención de fagocitar al PSOE. Iglesias es cada día más rehén del creciente peso de la lideresa Colau. La idea del referéndum para Cataluña, ni tocarla.

Y en último término, Ciudadanos. La formación de Rivera necesita que arranque esta legislatura, porque una repetición de elecciones le resultaría fatal. Pero no puede hacerlo a cualquier precio, porque cuestionaría su idea fuerza de la unidad territorial. Conclusión: algo no encaja cuando los derroteros de una comunidad autónoma y de una nación han de estar pendientes de una formación como la CUP, a la que no han votado muchos más de trescientos mil electores. Tal vez sea –ahora sí– la hora de Arrimadas, Iceta y Albiol.