El Futuro de Venezuela

Venezuela se hunde

La Razón
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Que durante los últimos meses haya dejado de hablarse con tanta profusión sobre la crisis económica venezolana no significa que ésta haya amainado. Al contrario, la pauperización del país avanza a un ritmo cada vez más acelerado, sobrepasando cuantos límites cupiera pensarse que existían. Lo ha certificado el Fondo Monetario Internacional, que acaba de pronosticar que la economía venezolana se contraerá un 15% en 2018 y que la inflación alcanzará la vertiginosa cifra del 13.000%. Tales guarismos son aún más desoladores que los padecidos a lo largo de 2017, año en el que el PIB cayó un 14% y los precios se dispararon en un 2.400%. La crisis no se modera, sino que se acelera. En términos acumulativos, desde el desmoronamiento iniciado en 2013 hasta finales de 2018, la patria del socialismo chavista habrá visto cómo su PIB se desploma en un 50% y cómo sus precios crecen en un casi 40.000%. La calamidad es absoluta: no en vano, la izquierda europea ha estado calificando de «tragedia humanitaria» a la crisis económica griega, cuando el PIB helénico se redujo un 26% en siete años; Venezuela, recordémoslo, habrá colapsado el doble que Grecia en menos tiempo. Los promotores patrios del socialismo chavista se han negado a reconocer sus errores, cuando no su criminal complicidad con semejante régimen: a su juicio, toda esta depresión es atribuible a la caída de los precios internacionales del crudo, materia prima de cuya exportación depende enormemente Venezuela. Y no cabe duda de que los precios del petróleo explican buena parte del fracaso del chavismo (como antes de 2013 los precios históricamente elevados explicaban los pocos aparentes éxitos que la autocracia solía atribuirse), pero no lo hacen en su totalidad. Primero, porque la economía venezolana empezó a hundirse antes de que lo hiciera el precio del crudo debido a las enormes ineficiencias productivas de la compañía estatal de petróleo. Segundo, porque la tan distorsionadora inflación no está relacionada con el abaratamiento del crudo, sino con la masiva impresión de billetes por parte del Banco Central de Venezuela. Y tercero, porque el desabastecimiento generalizado de mercancías y la completa parálisis productiva tampoco se debe a la caída del petróleo, sino a los controles de precios impuestos por Maduro para ocultar la hiperinflación que él ha generado. En definitiva, la causa última del colapso de Venezuela no es el petróleo, es el socialismo.