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Waymo

La Razón
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Waymo es la filial automovilística de Alphabet, la matriz de Google. Como tal, se encarga de desarrollar uno de los proyectos estrella de la compañía: el coche autónomo o autoconducido. «Ciencia ficción», pensarán algunos. En verdad, ciencia aplicada. Hace unos días, Waymo anunció que ya tiene listos vehículos completamente autónomos, esto es, capaces de circular sin necesidad de ningún conductor a bordo. Comenzarán a circular en breve por las calles y carreteras de Phoenix (Arizona), demostrando al mundo que el coche autoconducido ya es una realidad irreversible y que en unos pocos años –si nuestros reguladores no lo impiden– se generalizará a todas las capas de la sociedad. Esta innovación, probablemente la más revolucionaria desde la aparición de internet, cambiará de raíz nuestro modo de vida: los atascos se minimizarán (pues la interconexión entre los vehículos optimizará la ruta a seguir); los problemas de aparcamiento virtualmente desaparecerán (podremos ordenarle al vehículo que se conduzca de vuelta a casa o a un parking alejado del centro de las ciudades); el tiempo empleado en nuestros trayectos no se desperdiciará (pues podremos emplearlo para leer, trabajar, dormir, ver la televisión, jugar a un videojuego, etc.); la morfología de las ciudades mutará (gran parte del suelo hoy destinado al aparcamiento podrá liberarse para vivienda, áreas comerciales o zonas verdes); el régimen de tenencia de vehículos probablemente cambiará (¿compraremos coches o simplemente alquilaremos el ultraeconómico servicio de transporte cada vez que lo necesitemos?); y desaparecerán todos los empleos hoy dedicados al transporte por carretera de pasajeros o de mercancías. Es este último un acontecimiento del que ninguno de los principales afectados (taxistas, camioneros, autobuseros, etc.) parece querer enterarse: los coches autónomos se hallan literalmente a la vuelta de la esquina y todas aquellas empresas, trabajadores o autónomos que se dediquen profesionalmente a competir contra ellos tenderán a ser desplazados del mercado (en EEUU, se estima que las tarifas del coche autónomo serán diez veces inferiores a las del taxi). No queda otra que comenzar a pensar en otras formas de cooperar con el resto de la sociedad; también, desde un sistema educativo diseñado por los políticos y que está totalmente inadaptado a la nueva era tecnológica. Cuanto más tiempo perdamos en tratar de exprimir las últimas gotas del jugo del sector del transporte tradicional, más súbita, dura y complicada será la reconversión del sector.