Letras líquidas

Como decíamos ayer

En la crisis abierta con Argentina subyace la bipolaridad asfixiante de un estilo de hacer política excesivo, radical y alejado de la mesura que debe blindar la convivencia

Dan ganas de ponerse en bucle la famosa frase de Unamuno a su vuelta a la cátedra de la Universidad de Salamanca en 1931 tras seis años de expulsión. Aunque nos lamentamos de vivir en tiempos acelerados, a veces da la impresión de que no se mueve nada, y repetimos los asuntos, los discursos, las polémicas y hasta los agravios. Hace poco más de dos semanas no había análisis político que no escrutara el choque verbal entre el presidente argentino y el ministro de Transportes: la disección de los términos, las intenciones, los modos, todos los elementos alrededor del cruce declarativo se convirtieron en pieza clave para discernir la gravedad del incidente y la capacidad para tensionar la diplomacia entre dos países unidos por historia, cultura, economía y sentimientos. La tensión se aligeró con unas seudodisculpas y ahí quedó varado el conflicto hasta la intervención de Milei en el acto de Vox. Los detalles y las interpretaciones posibles ya las conocen a estas alturas de la semana.

Pero, más allá de la postura que cada uno considere más adecuada y de la absoluta inoportunidad de desmesuras, insultos y provocaciones, en la crisis abierta con Argentina subyace la bipolaridad asfixiante de un estilo de hacer política excesivo, radical y alejado de la mesura que debe blindar la convivencia. La estrategia de bloques, el conmigo o contra mí, el borrado de los matices, como si los tonos grises hubieran sido cancelados en una sociedad de absolutos, y la consolidación del fanatismo se han instalado en el ritmo de la esfera pública, sin espacio para el matiz. Una voladura de la política, pero también de los usos básicos del decoro y la educación. El afán tensionador como estrategia electoral nos instala, con pocas posibilidades de retorno, en un bucle polarizador en el que estamos atrapados. Tanto que nos podríamos atrever a reinterpretar a Unamuno y anticipar lo que nos viene con un visionario «como diremos mañana...»