Eleuteria

Control de alquileres en Cataluña

Lo esencial en materia de vivienda no es sólo bajar su precio sino bajarlo aumentando la oferta

Hace unos días, la Generalitat de Cataluña filtró a la prensa que el control en los precios del alquiler, que se había implantado desde el segundo trimestre de este año, estaba comenzando a dar sus frutos: los alquileres regulados, se nos dijo, habrían caído entre un 4% y un 5% durante ese trimestre, a falta de conocer los datos definitivos. Y nada más se consumó esta filtración, numerosos altavoces mediáticos de la izquierda comenzaron a jalear el rotundo éxito de su intervención: quedaba demostrado que la mejor forma de abaratar los alquileres era imponiendo rebajas a las rentas del alquiler para así facilitar el acceso a la vivienda.

Pues bien, este pasado martes se publicaron los datos completos del mercado del alquiler en Cataluña y resulta que la Generalitat había omitido una cifra muy importante: sí, los alquileres en las zonas reguladas se abarataron un 5%... pero los contratos de alquiler firmados se desplomaron un 17%. Y aunque desde luego es posible que haya otros factores que expliquen esa singular evolución, la imposición del control de alquileres durante el trimestre es la más verosímil: a la postre, en las zonas sin alquileres regulados los precios aumentaron un 0,6% y los contratos sólo descendieron un 1,6%.

En general, pues, parece que por cada punto porcentual que se han abaratado los alquileres, la oferta de arrendamientos se ha hundido alrededor tres puntos porcentuales: llevándolo al extremo (algo incorrecto, porque estas relaciones no son lineales), si la regulación impusiera una reducción de los alquileres del 33%, la oferta se hundiría un 100%. Vamos, que nadie podría alquilar.

El deliberadamente hiperbólico ejemplo anterior debería sernos útil para ilustrar que lo esencial en materia de vivienda no es sólo bajar su precio sino bajarlo aumentando la oferta. Si bajamos el precio con mucha menos oferta, entonces la accesibilidad de vivienda no se facilita, sino que se dificulta: menos gente encontrará una vivienda para alquilarla… aun cuando esté dispuesta a pagar el precio del alquiler que marca la regulación.

De hecho, a nadie debería sorprenderle que el control de alquileres de Cataluña haya terminado con menor precio y menor oferta: eso es justamente lo que la teoría económica predice que sucede en estos casos. Pero es un mal resultado frente al que verdaderamente deberíamos ambicionar: que los alquileres se abaraten porque la oferta de viviendas en alquiler sube.