Y volvieron cantando

Una corona de largo recorrido

La normalidad deber ser intrínseca a la solidez futura de la corona ahora tan garantizada como lo fue hace unos años.

Pues ahora va a resultar que habría algo de anormal o hasta de sospechoso en el hecho de que una joven post adolescente de diecinueve años luzca un bikini de 70 euros (¡qué escándalo!) Cuando se remoja en una playa acompañada (¿cómo es posible?) por un puñado de jovenzuelos de su edad aprovechando contados ratos libres dentro de una no precisamente relajada actividad como es la instrucción militar durante meses y alejados de sus familias en el buque escuela de la armada. Nunca van a faltar los exquisitos y estupendos, desde quienes entienden la monarquía como un elenco de figuras de porcelana encerrado en una confortable jaula de oro y pasando por el otro extremo de quienes pretenden horadar la institución aprovechando cualquier coyuntura por absurda que se brinde. La princesa de Asturias ha sido noticia durante toda esta semana no precisamente abriendo informativos de radio y televisión o portadas de prensa de información general, sino en esos otros también muy respetables medios que entendemos por prensa rosa y casi a modo de bucle en magacines televisivos siempre sujetos a la tiranía del día a día y minuto a minuto de los inmisericordes datos de audiencia.

No entraré a valorar lo que se ha mostrado como un síntoma de cierta inquietud en la casa real ante la propagación de las fotos en traje de baño de la heredera al trono, pero sí conviene dejar claro que resultaría quimérico pretender que las únicas imágenes públicas de Leonor sean con uniforme militar, mandil regional asturiano o camisas abotonadas hasta le cuello. La normalidad deber ser intrínseca a la solidez futura de la corona ahora tan garantizada como lo fue hace unos años en la figura del príncipe Felipe hoy rey y con toda seguridad –como ocurrirá con su hija primogénita– el monarca mejor preparado en toda la historia de España. El rey –que en su día también fue protagonista de fotos en bañador– y la princesa de Asturias tienen mucho en común y eso es una inestimable ventaja para la heredera sobre todo en lo que habrá de ser una inevitable compaginación de sus agendas pública y privada. Pero especialmente clave será –dado que el puritanismo mediático interesado no tiene remedio– seguir demostrando desde la casa real una clara capacidad para gestionar episodios por venir sin caer en la sobreactuación. La monarquía tiene recorrido.