Y volvieron cantando

Cuando ellos te fallen…

En el futuro un meditado «sí» de los populares condicionado a priorizar el bien general a costa del interés particular del separatismo puede poner al gobierno frente a la espada y la pared de Puigdemont y la ciudadanía

Primera batalla ganada por Puigdemont. No hay ya nacido de madre en este país que no sepa de quien dependen los designios de 47 millones de ciudadanos y, mientras tanto, la misma película del PSOE y del gobierno que ya hemos visto… comienza con un león que ruge sobre las siglas «MGM», porque vuelve a resultar que si el Partido Popular no acaba lanzando un salvavidas –otro más– al gobierno de Sánchez ante puntuales deslealtades estratégicas de sus socios, sencillamente estará castigando a los sufridos españoles de a pie. Lo dicen y se quedan tan anchos después de jalear el enladrillado de muros y cordones sanitarios para arrumbar a la derecha lo más lejos posible de decisiones políticas que deberían marcar el terreno del consenso.

Resulta como poco indecoroso afirmar que «no se puede castigar a los ciudadanos para castigar al gobierno» –palabras de Santos Cerdán, intocable en la guardia pretoriana de Sánchez– al mismo tiempo que se castiga a toda a un nación, lo que incluye dicho sea de paso a mucho votante socialista de buena voluntad, con un pacto que sitúa por primera vez en nuestra historia democrática a todo un prófugo de la justicia como gran clave de bóveda de una legislatura nacida casi exclusivamente para mantener un esquema de poder que entrega al separatismo enemigo del estado precisamente los resortes que más pueden horadar su integridad. Viene casi a resultar todo un rictus burlón hablar de castigo a la ciudadanía en boca de quienes a diario vienen a castigarla poniendo la gobernabilidad de los españoles en manos del chantaje permanente.

En la pasada legislatura el PP priorizó el sentido de estado brindando algún asidero a los socialistas, víctimas de la voracidad y la necesidad de autoafirmación de sus socios y eso puede resultar encomiable en cuanto a altura de miras, pero lo visto y oído esta semana a propósito de la convalidación de decretos claves debería orientar a los populares en una dirección, tal vez más inteligente a la par que equidistante, entre el entreguismo a un gobierno maniatado y el distanciamiento frente a Vox. En el futuro un meditado «sí» de los populares condicionado a priorizar el bien general a costa del interés particular del separatismo puede poner al gobierno frente a la espada y la pared de Puigdemont y la ciudadanía. El PP deberá estar ahí, siempre que sea el sanchismo quien falle a los españoles.