Los puntos sobre las íes
Cuando gobiernas para las ratas
La alianza de este Ejecutivo con los roedores ha pasado de lo delirantemente real a lo increíblemente metafórico
Si algo hay que reconocer a este Gobierno socialcomunista es que nunca deja de sorprender. Las más de las veces por su personal e intransferible maldad, las menos por unas bufonadas que el guionista más drogado de Hollywood jamás alumbraría por muchos tripis que se metiera en el coleto. A caballo entre los dos elencos se encuentra esa Ley Animal hecha por los, las y les animales del Ministerio de Derechos Sociales que dirige mi filobatasuna paisana Belarra. Una norma que parece concebida por un desquiciado. Son todo prohibiciones.
La primera de las proscripciones acabará con las cientos o miles de tiendas de mascotas que hay en España: no pueden vender perros ni gatos; vamos, que tienen los días contados. La segunda fascistada afecta a los circos, que no podrán contar con elefantes ni con leones. Otro negocio que se irá al carajo por perogrullescos motivos. La tercera salvajada la representan las multas de hasta 50.000 euros para quien se lleve un gato callejero a casa. Cuando, que yo sepa, un felino está mejor en un hogar que muerto de hambre y frío a la intemperie. Y la cuarta, que no última –hay decenas–, alcaldada pasa por meter en la cárcel a la gente, algo que les pone muy cachondos.
El no va más es el apartado dedicado a las ratas. Si un roedor irrumpe en tu casa y lo matas, pernoctarás en el hotel rejas 18 meses. Sensu contrario, lo que tienes que hacer es invitarle amablemente a que se vaya, da igual que muerda a tu bebé –los lóbulos infantiles son sus preferidos–, que te cuele una infección o que se jame toda la despensa. Si le propinas un certero escobazo darás con tus huesos en el penal de Soto del Real, en el de El Puerto de Santa María o en Can Brians. Servidor avisa: si me ocurre, me lo cepillaré, publicaré la foto en las redes sociales y que vengan a por mí. El castigo para los matarratas resulta mayor que el que se aplica, por ejemplo, al maltratador de un menor discapacitado, al funcionario que cobra un soborno o al delincuente que allana una morada ajena.
Lo más alarmante es que la alianza de este Ejecutivo con los roedores ha pasado de lo delirantemente real a lo increíblemente metafórico. Que el Consejo de Ministros que preside Pedro Sánchez gobierna para las ratas no lo digo yo, es lo que se deduce de la lectura de los periódicos. Ratas abyectas son violadores, abusadores y pederastas. Estos monstruos tienen de media dos años menos de castigo gracias a este Ejecutivo en general y a Irene Montero en particular.
Con todo, lo peor no es que 500 depredadores se hayan beneficiado ya de estas rebajas. No. Lo peor es que llevamos cuatro meses largos contemplando impotentes cómo la ley sí-sí falla más que una escopeta de feria y ni dios la cambia. Consecuencia: los 24 millones de españolas circulan más intranquilas que nunca por nuestras calles. Y cada día, se incrementa el número de delincuentes sexuales que da las gracias a los socialcomunistas por esta norma-chollo. Más ratas agraciadas: los ladrones de dinero público, los golpistas y los más sanguinarios etarras como ese Txapote que acabará votando a Pedro Sánchez. Por no hablar de los okupas, que gozan de bastantes más derechos que los propietarios reduciendo a la condición de papel mojado esa propiedad privada reconocida en el artículo 33 de la Constitución. Y yo pienso en voz alta: ¿cuando gobiernas para las ratas no acabas siendo una más de ellas? No afirmo, simplemente pregunto. Inocentemente, claro.
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