Sin Perdón

La cumbre de Waterloo

«Hay que descartar una unidad de acción del independentismo catalán, porque sus intereses son muy diferentes»

Tras la ruptura de la unidad de acción del independentismo desde hace años y la continuidad de Puigdemont y Junqueras al frente de sus partidos, se reunieron en Waterloo. Más allá de la propaganda habitual en estos casos, poco pueden pactar cuando están en posiciones muy distantes. Me divierte esa idea de que inician una etapa de deshielo con «espacios de trabajo coordinado». Ahora solo falta que organicen comisiones conjuntas para constatar que no hay unidad posible. En primer lugar, ERC apoya al PSOE que gobierna en Barcelona, Cataluña y España. Ha quedado relegada, como en ocasiones anteriores, a un papel secundario. Es un apoyo que Sánchez tiene seguro, aunque no es amor sino el interés más descarnado. Nadie se fía del inquilino de La Moncloa. Hay una coincidencia ideológica con el gobierno socialista comunista y ERC, que no quiere que gobierne el PP, se siente muy cómoda con las leyes y medidas de izquierda radical que pueda adoptar. Por su parte, Junts está en las antípodas en este terreno y la continuidad de la denominada mayoría de investidura es imposible. Los más fervorosos defensores de esa ficción, además de Sánchez, son los colegas de Sumar, que no quieren perder los bien remunerados chollos que tienen en el Gobierno y el Congreso.

El mensaje monclovita es que no se trata de una crisis grave, ya que Puigdemont acabará cediendo. Confían tanto en el poder de seducción de Sánchez que esperan que el expresidente catalán dé su brazo a torcer y acepte que se aprueben los Presupuestos. Este sería el escenario perfecto para él, ya que sería su rehén y podría agotar la legislatura. Es un interesante cambio de papeles. Por supuesto, perdería votaciones en el Congreso y no podría llevar a cabo muchas medidas legislativas, porque Junts no puede aprobar las medidas económicas de la izquierda radical o la indigna «ley Begoña». Hay que incluir el acoso a la Prensa, aunque puede aceptar todo aquello que sirva para destruir un Poder Judicial independiente. En esto coinciden con el sanchismo político y mediático. Lo que hay que descartar es una unidad de acción del independentismo catalán, porque sus intereses son muy diferentes. Es posible que la relación entre Puigdemont y Junqueras sea menos tensa, pero es improbable que reconstruyan la confianza perdida.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).