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Desagradables entusiasmos
Una gran parte de las vocalistas competidoras en el festival mostraban una preocupante adicción a vestirse como superhéroes de tebeo
Existe una gran preocupación hoy en día por el aumento de los problemas de salud mental entre los jóvenes. La izquierda lo atribuye a la precariedad laboral y a la falta de expectativas, pero alguien debería investigar seriamente la plausible hipótesis de que el festival de Eurovisión tenga también algo que ver en ello.
Haber sometido las tiernas mentes de los adolescentes, durante más de una década, a una dieta anual de cantantes vociferantes envueltos en mallas no creo que salga gratis. Cierto es que esta especie de óperas espaciales televisivas ayudan a expandir el sentimiento de que todos los habitantes del globo estamos cada vez más unidos y concernidos. Y cierto también que, además, contribuyen a normalizar el tranquilizador conocimiento de que en el resto del mundo hay tanta abundancia de obesas como en nuestro país. Ahora bien, la Unión Europea de Radiodifusión sería previsora si se planteara lo que va a suceder cuando, en el futuro, una legión de padres de todo el globo la demande exigiendo pagar las extensas minutas de los psiquiatras que han necesitado sus hijos a lo largo de su vida para superar las pesadillas y los traumas que los terroríficos vestuarios de los artistas participantes les han causado. Hoy en día, en la época del victimismo y los ofendiditos, solo es cuestión de tiempo que alguien considere como acoso el mal gusto indumentario.
Yo, personalmente, solo acepto con capa a Superman, a D’Artagnan, a la reina Camila y a Ramón García. Pero una gran parte de las vocalistas competidoras en el festival mostraban una preocupante adicción a vestirse como superhéroes de tebeo. Corrían el peligro de hacernos pensar que habían sido seleccionadas por su capacidad de partir ladrillos con la vulva. Superpoderes simétricos parecían sugerir los cantantes masculinos, tanto en obesidad, capa, infantilismo o ladrillos. El resultado final no dudo que es básicamente un despliegue de técnicas televisivas pero, por favor, intenten no gritar tanto.
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