El buen salvaje

Día de Yolanda

La noticia, el golpe de efecto, fue, sin embargo, ese fogonazo blanco cuando apareció Yolanda Díaz en su rompimiento de gloria.

Moción de censura al Gobierno presidido por Pedro Sánchez Pérez Castejón que incluye como candidato a la Presidencia del Gobierno a Ramón Tamames Gómez presentado por VOX © Alberto R. Roldán / La Razón
Yolanda Díaz, durante la Moción de CensuraAlberto R. RoldánFotógrafos

Subió a la tribuna, aún con la mueca de esa sonrisa eterna que solo por momentos se disipa, vestida de blanco, con una gargantilla y una pulsera dorada como una patricia romana que habría de ofrecerse a los dioses en forma de candidata de la izquierda que está más allá, al extremo, pero muy cerca. Extrema izquierda cercana. Pocas horas antes nos había invitado, para el 2 de abril, Domingo de Ramos, a su fiesta de cumpleaños, no olvidar las chuches, porque será el «baby shower» para presentar a Sumar. Todo lo que pasó durante el primer día de la moción de censura merece unas líneas, torcidas, pero unas líneas, y un gran paréntesis, que es donde viviría Tamames. Ramón, en otro mundo, como un extraterrestre que no fue criogenizado y sobre el que nieva cruelmente.

Todo ello supone un ejercicio de melancolía. La noticia, el golpe de efecto, fue, sin embargo, ese fogonazo blanco cuando apareció Yolanda Díaz en su rompimiento de gloria. El primer mitin de Sumar no olvidó a casi ningún ministro (y ministra) pues ellos (y ellas) han conseguido en esta legislatura asaltar los cielos e ir de la mano de la gente, viva la gente.

En realidad lo de ayer fue un anticipo del 2 de abril. Vox le ofreció el escenario perfecto. Un intento de resucitar la nueva política en mitad de la más vieja. Yolanda Díaz se dirigió a Tamames como al abuelo que se ha descarrilado para decirle cómo funciona un mando a distancia o cómo se envía un correo electrónico o como a la pareja equivocada de «First Dates». Parece mentira, señor Tamames, que no se haya dado cuenta de las políticas públicas que llegan al ciudadano, parece mentira...

El esperpento, por mucho que se queje Abascal de los periodistas que llamamos así o de una forma similar a su esperpento, se transformó en cañones de plomo y explosión de aburrimiento. Para cuando Yolanda no podía sumar más porque había terminado con los números, y eso que dicen que son infinitos, ya el único interés estaba en la despedida de soltero de Tamames, casado ya con la historia.