«De Bellum luce»
Del dinero que falta por aflorar y de los locos que quizás son los más cuerdos
Sánchez llegó a Moncloa con una moción de censura contra la corrupción, y tiene la obligación de responder en primera persona ante cualquier mínimo atisbo de basura que haya ido engordando a la sombra de su poder
En el Partido Socialista se están acordando estos días de todas las pancartas contra la corrupción que enarboló Pedro Sánchez para hacer frente a Mariano Rajoy y a otros dirigentes autonómicos populares como Esperanza Aguirre, Eduardo Zaplana o Francisco Camps. Unas consignas que fueron seguidas por todos los satélites mediáticos de la izquierda, en un todos a una que siempre funcionó como una máquina perfectamente engrasada hasta que salió adelante la moción de censura contra el Gobierno de Rajoy.
La corrupción que anidó bajo las faldas del PP en aquella etapa fue absolutamente inaceptable. Como también lo es que durante la pandemia, y aprovechando la situación dramática que vivía el conjunto de la sociedad española, en el corazón del núcleo duro de Pedro Sánchez anidase una trama dedicada a llenarse los bolsillos a costa de las comisiones por el mercadeo con el sufrimiento derivado de la falta de material sanitario de protección contra el virus.
Sánchez llegó a Moncloa con una moción de censura contra la corrupción, y tiene la obligación de responder en primera persona ante cualquier mínimo atisbo de basura que haya ido engordando a la sombra de su poder. Aquello de la responsabilidad «in vigilando» que tanto se le echó en cara a Esperanza Aguirre, por ejemplo, y que ahora vuelve como un bumerán contra un presidente del Gobierno que vuelve a tirar del manual de la subida de impuestos para poner sordina a todos los frentes que le acechan. Aunque, sorprendentemente, el presidente tenga bastante garantizado su paseíllo por el Congreso Federal de finales de noviembre, sólo con que él, y sus apoyos mediáticos, aplicasen sobre sí mismos la violencia crítica que utilizaron contra los populares, la partida de este gobierno de coalición habría que darla por perdida.
Al «caso Ábalos» le queda mucho recorrido y ¡ojo! porque no salen las cuentas del dinero apropiado por la trama que presuntamente se forró abusando del poder socialista que ostentaban y a costa del dolor de los españoles. Hay dinero que no está y que buscan los investigadores, a pesar de que el «jefe» niegue haberse enriquecido y se duela de vivir casi en la indigencia por culpa del maltrato de su partido. Hay mucha madeja por desenredar, pero en Moncloa saben que lo que está por venir no les ayudará en su estrategia de distraer la atención con balas de fogueo. A ver si, al final, aquí tienen razón los cuerdos que creen que suenan los tambores preelectorales, aunque les llamen locos.
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