Santiago de Compostela

Contra el pesimismo

Lo mejor de la ciencia, de la cultura, de las artes, del deporte y el mejor espíritu solidario recibieron ayer un reconocimiento como base de una sociedad sólida, libre, con sentido de la justicia y que cree en sus valores para salir con fuerza de las peores situaciones. Ése es el espíritu de los Premios Príncipe de Asturias, que ayer celebró en Oviedo la ceremonia de entrega de los galardones. Celebrar el valor constructivo de los saberes humanos es confiar en el progreso para salir de las situaciones de crisis o, como señaló Don Felipe en su discurso, «enriquecemos nuestro acervo cultural y ofrecemos una imagen muy alejada del pesimismo, que tantas veces retarda nuestro mejor futuro». Ayer se constató que el ámbito de la cultura y la ciencia pertenece a un solo mundo que compartimos todos y al que debemos aspirar por encima de fronteras y barreras que quieren reducir la cultura a un patrimonio privado o a viejos agravios. Estos galardonados representan una visión abierta del mundo, exigente en sus disciplinas y con un compromiso social práctico y real. Tan real como fue el comportamiento del barrio de Angrois durante el accidente ferroviario del pasado verano en Santiago de Compostela Don Felipe recordó su «coraje y solidaridad», un espíritu guiado por el deber cumplido, «como seres humanos y como ciudadanos», pero que puede ser compartido por muchos más ciudadanos. «Estoy convencido de que cualquier pueblo o ciudad de España hubiera actuado como Angrois», dijo el Príncipe de Asturias, y apeló a ese espíritu para hacer frente al pesimismo y frustración que afecta a nuestra sociedad. El mensaje de su discurso fue, en esencia, una llamada al esfuerzo y a la colaboración de todos y apeló a una «conciencia colectiva» que reconozca nuestro valores más positivos, que España «cuenta con muchos activos materiales para afrontar nuestra dificultades». El discurso de Don Felipe tuvo un significado especial porque marcó los grandes retos y objetivos de una sociedad que se debate sobre su futuro: un compromiso ético con la superación, sabiendo que España cuenta con un gran capital humano, que, a la postre, es nuestro mayor capital político. Tal vez el de ayer haya sido uno de sus discursos más importantes del Príncipe de Asturias, porque se dirigió a ciudadanos maduros, poniéndolos a ellos mismos como el ejemplo para afrontar un futuro mejor: «Son millones los españoles que cada día batallan para salir adelante con honestidad». Habló a ciudadanos que, como señaló, no son indiferentes a «la gestión de los intereses generales». Y habló a unos ciudadanos que forman parte de una «nación que ha construido millones y millones de ciudadanos a lo largo de los siglos y que hoy, todos juntos, en un proyecto compartido, tenemos la responsabilidad de continuar».