
España
La defensa nacional debe estar por encima de las diferencias políticas

El Estado Islámico ha golpeado con saña a Europa. El continente y sus instituciones políticas representan la libertad y la tolerancia que el yihadismo sitúa como su objetivo principal a destruir. En los ataques de París y las simbólicas masacres de la revista satírica «Charlie Hebdo» –de la que se acaba de cumplir dos años– y de la sala de conciertos Bataclan, el terrorismo islamista lanzó el mensaje de que quería acabar con los principios básicos de una sociedad democrática. Pero el terror sí es un lenguaje en el que no hay que buscar más significados que el de la propia muerte, como ha vuelto a quedar claro con los atentados del pasado año en Bruselas, Niza, Berlín y, de manera reciente, en Estambul. Todos somos objetivos del yihadismo, y no es un mensaje alarmista; es una realidad que estamos comprobando día a día y de la que vamos teniendo pruebas a raíz de las operaciones de las fuerzas de seguridad. El Rey señaló ayer en su discurso en la Pascual Militar que «tenemos la obligación de hacer cuanto esté en nuestras manos por defender los derechos y garantías individuales de nuestros conciudadanos, así como de contribuir al esfuerzo internacional de lucha contra esta amenaza global común». «El terrorismo –añadió Don Felipe»– ataca sin escrúpulo alguno en cualquier lugar y son muchas las naciones cuyas sociedades sufren con frecuencia su vileza y ensañamiento». Estamos ante un conflicto de dimensiones desconocidas en el que el objetivo principal es la población civil. La estrategia del Estado Islámico en Europa Occidental ha sido crear una red operativa para atentar en espacios públicos de manera indiscriminada, con el objetivo de ahondar la fractura entre musulmanes y el resto de la población. Los datos aportados por el Real Instituto Elcano son claros: entre una cuarta y una quinta parte de los 25.000 yihadistas que se han desplazado a Siria e Irak en su mayoría proceden de países de la UE. Un 40,5% de los detenidos en España desde 2013 y 2015 relacionados por actividades terroristas islamistas nacieron en España. La percepción de la población va también en esta dirección: el mismo centro de estudios alertaba que, en mayo de 2015, un 92,5% de los entrevistados consideraba el yihadismo la principal amenaza que afronta nuestro país. Consciente de los riesgos que supone el EI, el Rey habló ayer de que «no debemos escatimar esfuerzos por aumentar nuestra capacidad de prevención y de respuesta ante esta lacra que pone en peligro nuestra sociedad, desprecia nuestros valores y es un enemigo de la Humanidad». Según un sondeo del Parlamento Europeo llevado a cabo en abril de 2016, cuatro de cada 10 españoles están convencidos de que la posibilidad de que se produzca un atentado terrorista en España es alta. Por lo tanto, como ha señalado Felipe VI, « hay que seguir apostando por el proceso de modernización que nos permita tener tanto la operatividad como la perspectiva necesarias para ir siempre por delante, porque no podemos dejarnos rebasar por los nuevos escenarios y los desafíos actuales». Como ya apuntamos ayer en estas mismas páginas, el presupuesto de Defensa debe incrementarse razonablemente –después de casi 10 años de recortes– y hay que arbitrar fórmulas legislativas y políticas para que esta necesidad no esté en la lógica pelea política. Es una necesidad de defensa nacional. «La sostenibilidad de las Fuerzas Armadas debe estar por encima de posiciones políticas e ideológicas», dijo ayer el Rey en su discurso.
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