
Bruselas
La pobreza socialista
El arranque de la precampaña de las elecciones europeas ha puesto negro sobre blanco las claves de la estrategia socialista. Sus intenciones pasan por afrontar la cita como unos comicios generales y, en ese sentido, su mensaje se aparta del debate comunitario para limitarse a la controversia nacional. A Ferraz poco o nada le parece interesar lo que nuestro país se juega en Bruselas. Sus candidatos se desgañitan en los mítines para convertir a Mariano Rajoy y las políticas del Gobierno del PP en los responsables de la supuesta realidad catastrófica que denuncian. Que sus intervenciones estén impregnadas de tintes casi apocalípticos les resta veracidad. Tal vez confíen en que un bombardeo propagandístico sobre el electorado cale y una mentira mil veces repetida se transforme en verdad. Se trata de un ejercicio voluntarista nada creíble y escasamente eficaz. En esa sobreactuación de los portavoces socialistas se presenta al PP como el gran enemigo del Estado del Bienestar y de las políticas sociales y se le acusa del empobrecimiento de la ciudadanía. La dificultad de mantener esa posición es que ni la realidad que se respira en el país ni las estadísticas nacionales y europeas ni el consenso internacional la sostienen. Aunque es cierto que algunos informes de distintos organismos y entidades han incidido en las últimas semanas en los incuestionables efectos de la crisis sobre los hogares más desfavorecidos – los que ha sido convenientemente instrumentalizados por el PSOE–, no lo es menos que estamos ante una fotografía desenfocada, que nada aclara si no se contextualiza y se visualiza con perspectiva. Según todos los indicadores europeos validados oficialmente y más utilizados como referencia, los años de mayor crecimiento de la pobreza y la desigualdad en nuestro país fueron de 2008 a 2011, que corresponden a la última legislatura de la administración socialista. Hablamos de datos, que no de retórica. La exclusión social se aceleró con un Gobierno de izquierdas que fracasó en la gestión económica y esa tendencia se ha invertido con una administración popular. En este sentido, los datos provisionales del INE correspondientes a 2013 así lo certifican. No se trata, desde luego, de infravalorar las evidentes dificultades que parte de la ciudadanía ha tenido que afrontar, y que aún padece, sino de desmontar la versión falsa del PSOE y de reconocer que los sacrificios realizados hasta aquí han permitido que la recuperación sea un hecho, que la economía crezca y que se cree empleo. Los socialistas han planteado una campaña en negativo, sin otra aportación que un pesimismo impostado. Las encuestas insisten en que los españoles no secundan esos planteamientos ni a los responsables de un legado calamitoso para este país. Ya les costó en su día asumir errores y tampoco ahora parecen dispuestos a aprender de ellos.
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