Y volvieron cantando

Esa irrelevante matemática parlamentaria

La silla de la Moncloa no peligra y esa es la clave. No se tiene llave para los presupuestos, pero se tiene la llave del Falcon

Han hablado de «parlamento restrictivo» y hasta de «chinas en el camino», indicativas afirmaciones que muestran la «patita» a propósito de las intenciones de aguantar hasta el final aun a costa de que el país se mueva por la mera inercia de los servicios generales. Al fin y al cabo, la investidura que garantiza la Moncloa ya se consiguió previa entrega de los correspondientes potosís. Parece que definitivamente el ejecutivo de coalición presidido por Pedro Sánchez ha acabado por mentalizarse de que las alambicadas mayorías parlamentarias que durante casi seis años y especialmente en la pasada legislatura le permitieron sacar adelante una acción de gobierno –por discutible que fuera, pero acción de gobierno– van a pasar ya a mejor vida tras el tortuoso y no precisamente gratuito para los españoles pacto con ERC para apuntalar a Salvador Illa al frente de la Generalitat. Con este panorama –y esto es lo que no acaba de entenderse desde no pocas terminales mediáticas que ya hablan de adelantos electorales a medio plazo– en cualquier contexto político mínimamente normal la disolución de las cámaras y nuevo reparto de cartas con llamada a las urnas sería la vía más lógica dado que a nadie puede ocurrírsele gobernar sin la posibilidad de sacar adelante sus iniciativas en el Parlamento, incluida la ley más importante que es la de los presupuestos, unos grandes números del país que huelen a nueva prórroga. Pero con Sánchez en la Moncloa el cuento no va por ahí. La máxima de toda la estrategia política desde el partido hasta el consejo de ministros pasa de manera casi exclusiva, no tanto por sacar adelante iniciativas que matemática en mano son imposibles, como por el cierre de filas, como si de un enroque de ajedrez se tratara en torno al sillón al frente del ejecutivo de quien con unas primarias de saque consiguió someter y evitar cualquier contestación interna en el partido y en el grupo parlamentario con previsible corolario en el próximo congreso federal.

Que los siete diputados de Puigdemont en el Congreso den la espalda está más que asumido, igual que puntuales desmarques del PNV como ha ocurrido esta semana –la mayor fidelidad sigue llegando de Bildu lo que resulta más inquietante–, pero la silla de la Moncloa no peligra y esa es la clave. No se tiene llave para los presupuestos, pero se tiene la llave del Falcon.