Y volvieron cantando

Esa nueva y acomodada izquierda

Paradojas de la política, Puigdemont también tiene el maletín nuclear que haría volar a Yolanda

A nadie se le escapa que, de haber sido irrelevantes sus tres decenas de escaños para cuadrar una mayoría parlamentaria de gobierno junto al bloque Frankenstein, probablemente llevaríamos veinte días –los transcurridos desde la noche del «23-J»– hablando de una verdadera y auténtica guerra civil en el seno del espacio político a la izquierda del PSOE, o para ser más exactos de toda una cacería previa desbandada hacia la figura de Yolanda Díaz, a la que muchos «no muertos» agolpados bajo su cama estaban esperando no precisamente con las mejores intenciones. Pero la vicepresidenta en funciones ha conseguido el único antídoto contra el ejército de zombis que no es otro que la continuidad en el gobierno de la mano de Sánchez y muy probablemente –siempre con permiso del delincuente Puigdemont– con un papel político de mayor peso específico que el actual, a pesar de haber ostentado la cartera de Trabajo.

Pero la nueva singladura de Díaz en su papel de «prima donna» de la izquierda, no va ser ni sencillo, ni agradable, ni indoloro. La desaparición de piedras en el zapato Manolo Blahnik, como Irene Montero o Pablo Echenique convenientemente depurados, o el paso al lado de Alberto Garzón, líder de la más languidecida Izquierda Unida de la historia, dejan a la lideresa gallega margen como referente desde el poder y el manejo de presupuesto, pero sin esa capacidad orgánica que –como en su momento tuvo el Podemos de Vistalegre– garantiza una solidez de partido con capacidad de movilización desde las bases. Yolanda surfeará sobre una poderosa, pero única ola, la del poder, pero sabe que sin ella la tabla de sujeción desaparecería bajo sus pies quedando a merced de los megalodones y Kraken que merodean desterrados en aguas profundas, pero vivos y esperando la oportunidad de regresar a la superficie. A esa izquierda, que un día quiso asaltar los cielos de la mano del frustrado pero en la entretela muy activo Iglesias, solo le queda la asignación presupuestaria por los escaños obtenidos –que no es cosa menor– y también lo que será una nada despreciable tómbola en la que se repartirán desde el próximo consejo de ministros innumerables cargos de asesores a dedo que pueden dejar lo realizado en la pasada legislatura como un simple juego del monopoly. Paradojas de la política, Puigdemont también tiene el maletín nuclear que haría volar a Yolanda.