Y volvieron cantando

Esas ingenuas «encuestas flash»

La gravedad de la situación más allá de una mera sanción pasa directamente por la utilización de recursos públicos con fines particulares. Ni sostenible ni tolerable

El CIS pasaba en otro tiempo por ser una de esas «joyitas» de la administración del estado que, incluso por encima de instituciones como el mismísimo Banco de España, mantuvo la vitola de organismo inevitable e ineludiblemente neutral, entre otras cosas porque su función no es otra que la de testar estados de opinión entre la ciudadanía con independencia del momento político, intereses puntuales de partido o coyunturas socioeconómicas, eso era todo. Suponía ese oráculo poco menos que incontestable que abría los ojos de sesudos analistas de la demoscopia y se colaba entre las guardias pretorianas de los partidos, los equipos de marketing de organizaciones empresariales y los más directos asesores de altas instituciones, empezando por la propia corona. Era al fin y al cabo la transparente prueba del algodón de la que respondía un elenco de funcionarios altamente cualificado e independiente. Hoy esos servidores públicos son igualmente eficientes e independientes, con la salvedad de que su escrupulosa labor es convenientemente tratada y procesada, en especial por una cabeza visible -demasiado visible ya- que poniendo esos trabajos al servicio de unos concretos intereses políticos ha terminado, no solo por desacreditar a este organismo en otro tiempo ejemplar, sino por comprometer el papel de estos funcionarios y en consecuencia por sembrar el lógico magma a propósito de la conveniencia de que los dineros públicos sean destinados a financiar un estamento cuyos sondeos ya no abren ni portadas de prensa, ni informativos de radio o televisión, salvo para destacar la anécdota de un nuevo engendro fruto de otra burda manipulación, carne de cañón para tertulias y columnas de opinión.

José Félix Tezanos fue un aplicado cerebro en los servicios de estudios del partido socialista no llegado precisamente antes de ayer, sino ya muy activo desde la época de los González y Guerra, con una labor en la entretela de Ferraz reconocida por no pocos dirigentes de la ejecutiva federal, pero su llegada al CIS no le sirvió para deslindar funciones tan dispares como brindar la materia gris a una organización política o hacerlo para un organismo del Estado de todos los españoles. Tezanos era sancionado por realizar un sondeo «flash» sobre situación política en el ultimo periodo electoral, -hay otro importante elenco de «lindezas»-, pero la gravedad de la situación más allá de una mera sanción pasa directamente por la utilización de recursos públicos con fines particulares. Ni sostenible ni tolerable.