Letras líquidas

La España del 23

Cualquier generalización conlleva inexactitudes, pero, más allá de significaciones concretas, sí puede percibirse un estilo, un modo de estar y de ejercer las relaciones políticas alejado del que asentó el sistema del 78

Aunque es la vida cotidiana la que nos da medida de quienes somos, las fechas señaladas arrojan una imagen, a modo de foto fija, que nos expone para la posteridad. Imposible estos días, en la resaca de la jura de la Princesa Leonor, escapar de las comparaciones. No solo aquellas que afectan al acto oficial y al protocolo. El cotejo va mucho más allá. El país que éramos en 1986 apenas encuentra reflejo en nuestros días. Ni sus precedentes inmediatos, con una democracia recién estrenada, ni sus expectativas más próximas, las de una sociedad en pleno desarrollo, se acompasan. Parecieran dos universos paralelos. Tampoco los rasgos generacionales, los de los ciudadanos que la conforman, guardan demasiadas similitudes. La sociología se ha encargado de distinguir entre quienes nacen en tiempos más complejos, que exigen un plus de esfuerzo y cuya trayectoria vital evoluciona al compás de mejoras colectivas, y entre quienes lo hacen en periodos de bonanza, más acomodaticios, y que ven reducidas sus expectativas de crecimiento tanto que su horizonte solo puede empeorar. Encuestas y sondeos se empeñan en demostrar esta teoría: la desesperanza cunde entre los jóvenes, convencidos de que no alcanzarán el nivel de vida de sus mayores.

Y, a esa brecha generacional (convertida ya en uno de los principales retos de la España contemporánea), se suma otra, también visible tras el acto del Congreso: la de los políticos. Cualquier generalización conlleva inexactitudes, pero, más allá de significaciones concretas, sí puede percibirse un estilo, un modo de estar y de ejercer las relaciones políticas alejado del que asentó el sistema del 78. ¿Aspiran hoy los representantes públicos a resaltar los puntos en común o a beneficiarse del rédito de la crispación? ¿Apuestan por el bien común o se centran en intereses particulares? ¿Fomentan el acuerdo o la discrepancia como piedra angular de la convivencia? Y en las respuestas a estas preguntas está el retrato político, el que verán en el futuro, de la España del 23.