El trípode

Europa: sé tú misma. Haz de la necesidad virtud

Como «no hay mal que por bien no venga», esta notable variación en el vigente orden geopolítico global, del que EEUU era el gran aliado europeo, debería intentar utilizarlo Europa como una ventana de oportunidad histórica para reencontrarse a sí misma

No se había hablado tanto de amenaza de guerra en Europa desde el final de la Guerra Fría. No había suficiente con la presunta amenaza militar, que tenemos ahora una guerra arancelaria. Podría aplicarse el conocido refrán de «éramos pocos y…» para referirse a la guerra comercial desatada por Donald Trump con la imposición de aranceles a las importaciones con la práctica totalidad del mundo. Con contadas pero significativas excepciones, como las de sus dos grandes países fronterizos, México y Canadá, en lo que parece un «esperar y ver» la evolución del control contra la inmigración irregular y el narcotráfico exigido por él para establecer una «nueva» relación.

Sin perjuicio de esa comprensible excepción, hay otras llamativas entre las que destaca, sin duda alguna, Rusia. Se alega que es debido a las sanciones impuestas por la guerra de Ucrania que han eliminado el comercio con ella, pero habrá que comprobar si es un gesto político en línea con la nueva relación establecida con Putin. En la que Rusia es considerada como un actor importante en la escena internacional y como país amigo, situado en las antípodas de la posición adoptada por la UE de considerarlo cual virtual sucesor de la desaparecida URSS, enemigo declarado suyo y que motivó la creación de la OTAN en 1949. En cuanto a Corea del Norte y Cuba, no es que Trump sea comunista, por supuesto. Precisamente la UE, con unos aranceles del 20%, debe asumir un nuevo orden geopolítico que ahora también es comercial y de gran impacto al tratarse de un mercado de 450 millones de personas de un nivel de renta muy superior a la media mundial. Al rearme militar se le añade ahora el inexcusable rearme económico al tener una balanza comercial con un considerable superávit respecto a las exportaciones estadounidenses a la UE. Como «no hay mal que por bien no venga», esta notable variación en el vigente orden geopolítico global, del que EEUU era el gran aliado europeo, debería intentar utilizarlo Europa como una ventana de oportunidad histórica para reencontrarse a sí misma. En el siglo XX las dos guerras mundiales desencadenadas en ella –principalmente por el enfrentamiento entre Francia y Alemania por la supremacía− acabaron, gracias al apoyo estadounidense, con la derrota del nazismo primero y el comunismo después. Los padres fundadores de lo que hoy es la UE eran humanistas cristianos cuyos valores están prácticamente desaparecidos, sustituidos por los de la cultura woke de la cancelación. La apostasía descristianizadora ha dejado a Europa como un «cuerpo sin alma». Rearme espiritual necesita.