Letras líquidas

Fantasmas

Conviene centrarse en lo pragmático, aumentar presupuestos, que en nuestro país distan mucho de Alemania, Francia o Dinamarca, y afinar las decisiones, en lugar de lanzarse a estrategias tramposas

«Hay que regresar al pasado sabiendo que el pasado es lo que más cambia», dice la voz en off que arranca la «Sociedad de la nieve» de Bayona. Y, en efecto, las vueltas atrás pueden resultar un juego de trampantojos, sumergiéndonos en el engaño o, como poco, lanzándonos a recuerdos resbaladizos que recrean los hechos distanciándolos de cómo ocurrieron. Puede suceder en el caso de una tragedia a miles de kilómetros de altitud y decenas de grados bajo cero o puede suceder con traumas colectivos recientes. Se han cumplido ya cuatro años del brote epidémico en un mercado de Wuhan, ese que nos pareció lejano y exótico y que apenas robó algunos segundos a nuestra atención navideña y occidental de aquel paso de 2019 a 2020 y, ahora que nos dirigimos al aniversario del estado de alarma, de los confinamientos, de la curva de contagios, vuelve el pasado pandémico a reinventarse en forma de polémica sobre la mascarilla.

Como en un agotador «déjà vu», la tripledemia de este enero descubre problemas estructurales del sistema sanitario español que se hacen pasar por coyunturales, pero que, en realidad, desvelan disfunciones, o directamente fallos, en la gestión y coordinación asistencial. Los excesos de virus respiratorios rescatan aquellos choques entre Gobierno y comunidades (¿recuerdan la cogobernanza?) y nos retrotraen a las decisiones de última hora, «in extremis», medidas apresuradas, como sorprendidas por una imprevisión que no es tal. Más allá de la preocupación por la obligatoriedad o no de la mascarilla en centros de salud, hospitales o espacios sensibles, de los «hooligan» de una u otra opción, es necesario afrontar las crisis, sistémicas y cíclicas, que afectan a la sanidad. Conviene centrarse en lo pragmático, aumentar presupuestos, que en nuestro país distan mucho de Alemania, Francia o Dinamarca, y afinar las decisiones, en lugar de lanzarse a estrategias tramposas que se limitan a agitar fantasmas del ayer. Y que, estos días, lo mismo se nos aparecen con mascarilla que entre una marea de «pellets».