El trípode
Fecha para la Historia
Fue en 1870 y muchos turistas de visita en la urbe de Roma habrán paseado por una gran avenida que tiene ese nombre: «Avenida del 20 de septiembre».
El 20 de septiembre es una fecha marcada en el calendario de la Historia por variados sucesos, pero hay uno que destaca por formar parte singular de la Historia Occidental. Fue en 1870 y muchos turistas de visita en la urbe de Roma habrán paseado por una gran avenida que tiene ese nombre: «Avenida del 20 de septiembre». Esa fecha evoca el acontecimiento que marcó el final de la soberanía temporal de los Papas sobre Roma, la capital de los milenarios Estados Pontificios. Los garibaldinos, partidarios de la «unificación» italiana formando un Reino encabezado por el Rey Víctor Manuel II de la Casa de Saboya, consiguieron con la caída de Roma culminar ese proyecto. El Papa reinante, hoy beato Pío IX, se retiró al Vaticano hasta su fallecimiento, considerándose prisionero. Así estuvieron los siguientes papas, León XIII, san Pío X, Benedicto XV y Pío XI, durante 59 años, hasta que el 11 de febrero de 1929 se firmaron los «Acuerdos Lateranenses», en la Basílica de san Juan de Letrán con el gobierno italiano, y nacía el actual Estado de la Ciudad del Vaticano como Estado soberano e independiente del Reino de Italia. Se recuerda en la historia del momento, que cuando el cardenal Secretario de Estado agradeció la fecha elegida para la firma, –el 11 de febrero es la fiesta de la Virgen de Lourdes–, el cosignatario presidente del gobierno de Italia, Benito Mussolini, expresó su ignorancia absoluta al respecto. Sin duda la Providencia de la mano de Ella sí lo sabía. Con ese acto finalizaba la denominada «cuestión romana» que había perturbado totalmente las relaciones políticas y de todo tipo, entre el Reino de Italia y la Santa Sede, y entre los ciudadanos italianos, católicos en su gran mayoría, y su derecho al ejercicio de voto en las elecciones italianas.
En España tuvo también una especial incidencia ese año 1870, ya que tras la revolución liberal-masónica de 1868, la reina Isabel II había sido derrocada y exiliada en París y será Amadeo I de Saboya, hijo del Rey de Italia, el elegido por las Cortes como su sucesor tras ser vetada la Casa de Borbón por la nueva Constitución. Esa revolución española fue la autodenominada «La Gloriosa» emulando a la de julio de 1830 en París, que derrocó a Carlos X, el último Borbón restaurado en el Trono de Francia por el Congreso de Viena de 1815 tras la derrota de Napoleón (no de Puigdemont) en Waterloo. Esa progresista «Gloriosa» trajo en seis años, otra Constitución; otra dinastía; y la patética primera República federal y cantonal. A lo que vamos con Sánchez ahora.
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