El canto del cuco

Final de trayecto

Es el final de trayecto de un político intrépido, cegado por la ambición y poco querido por el pueblo

Si no falla el casi unánime pronóstico, vivimos las últimas horas del llamado «Gobierno de progreso», un experimento improvisado y controvertido en unos años azarosos. El «sanchismo» se acaba. Es el final de trayecto de un político intrépido, cegado por la ambición y poco querido por el pueblo. Bajo su mandato ha mejorado, a base de concesiones, el clima político en Cataluña y en el País Vasco, pero ha empeorado en el resto de España, donde hasta la misma víspera de estas cruciales elecciones se fomenta el enfrentamiento entre dos bloques irreconciliables. Se trata de acabar ahora con esta insensata polarización y dejar de una vez a los muertos en paz. Este Gobierno de izquierdas, con la colaboración de los nacionalistas vascos y catalanes, se ha erigido en intérprete oficial de la memoria histórica, imponiéndola a todos por decreto y revisando de hecho el espíritu constitucional, basado en la amnistía y la concordia.

Esta es, me parece, una de las poderosas razones por las que fenecerá el «sanchismo». El indulto a los políticos catalanes insurrectos y las reformas del Código Penal a la medida de dichos delincuentes, que siguen proclamando eso de «¡Lo volveremos a hacer!» y que ahora exigen para volver a apoyar a Sánchez un referéndum de autodeterminación, son hechos que influirán poderosamente en el voto de muchos españoles el domingo. También el de antiguos votantes socialistas. Los acuerdos con Bildu de la mano de Otegui, con etarras en las listas electorales, es otro de los aspectos sensibles para una parte del electorado. En esto no es fácil hacer de la necesidad virtud, ni vale lo de a la fuerza ahorcan.

En fin, otro gran baldón del «sanchismo» es la ley del «Sólo sí es sí», con la puesta en libertad de numerosos delincuentes sexuales, sin olvidar el disparate de la ley «Trans» y, en general, las normas emanadas de la funesta ideología de género. Y hay otros dos asuntos que no han pasado desapercibidos y que pueden influir en el voto de los últimos indecisos: la nueva ley de la Vivienda, presentada de la mano de Bildu, que da facilidades a los «okupas», y la «cuestión marroquí». El sorprendente cambio de política en el Sáhara, después de conocerse que el móvil del presidente había sido espiado y extraídas de él 2,6 gigas de información, conduce a una pregunta inquietante: ¿Qué sabe Marruecos de Sánchez? Y nadie ha respondido a esta pregunta. Me parece que esos son los aspectos más criticados, además de los llamativos «cambios de opinión» de Sánchez, de este Gobierno a punto de rendir cuentas.