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Al portador

La foto de las Azores de Sánchez que le perseguirá

Sánchez ha elegido, quizá porque apenas le hacen caso en otros foros, el bando populista radical de izquierdas

Shakespeare (1564-1616), que según el crítico Harold Bloom (1930-2019), creador de un famoso «canon occidental», abarcó «todo lo humano», escribió que «la miseria conduce a uno a relacionarse con extrañas compañías» (La tempestad, acto III, escena 2). El dramaturgo, según sus exégetas, apuntaba a la miseria tanto material como moral. Pedro Sánchez, que siempre soñó con jugar un papel internacional estelar, ha visto cómo su crédito de otros tiempos –cimentado en su físico y en su dominio del inglés– se reduce ahora al entorno de personajes políticos extraños y radicales, populistas izquierdistas en definitiva. Hay una foto, de la que presume, que le perseguirá siempre más allá de nuestras fronteras. El lunes pasado posó en Chile, en teoría feliz, con los presidentes de Brasil (Lula da Silva), Chile (Gabriel Boric), Uruguay (Yamandú Orsi) y Colombia (Gustavo Petro). Se presentaron como abanderados de una alianza progresista contra la ultraderecha. La imagen, en la que quizá solo faltaba el venezolano Nicolás Maduro, ya ha dado la vuelta al mundo y, aunque tampoco nadie le ha dado mayor importancia, muchos gobiernos y países han tomado nota. Estados Unidos, por supuesto, pero también Francia, Alemania o el Reino Unido, por citar a los más cercanos. Sánchez ha elegido, quizá porque apenas le hacen caso en otros foros, el bando populista radical de izquierdas. Entre paréntesis. Un par de días después, en Asunción (Paraguay), donde gobierna el liberal-conservador Santiago Peña, solo el diario oficialista La Nación recogía en su portada la visita del presidente español, mientras que los rotativos independientes relegaban la noticia a páginas interiores.

La «foto andina» de Sánchez, con los líderes populistas iberoamericanos, será para él –con todos los matices– lo que fue para José María Aznar la llamada «foto de las Azores», que durante tanto tiempo le persiguió. Un 16 de marzo de 2003, George Bush, presidente de los Estados Unidos; Toni Blair, primer ministro británico; el primer ministro portugués, José Manuel Durao Barroso; y el entonces inquilino de La Moncloa se reunieron en la base luso-estadounidense de Lajes, en la isla Terceira. La imagen fue el símbolo del inicio de la guerra de Irak y del apoyo español a la operación liderada por Estados Unidos y el Reino Unido. Para Aznar fue un problema, sobre todo interno. La historia no se repite, pero la foto andino-populista coloca a Sánchez, en el gran tablero internacional, miserias o no al margen, al lado de «extrañas compañías», que diría Shakespeare.