A pesar del...
Gansadas de Warren y más allá
Warren y su equipo de opinión sincronizada no se preguntan jamás por qué será que castigar a los ricos termina castigando a los pobres
Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, también es capaz de soltar todas las consignas demagógicas posibles, como lo probó hace poco en una declaración en Nueva York. Pero sería injusto centrar las críticas en él. De hecho, la mayoría de los políticos comparten algunas de sus gansadas. Por no hablar de las ONGs y de la prensa adicta. Entusiasmado, sentenció El País en páginas de información: «Sánchez continúa su batalla en los foros internacionales en dos asuntos especialmente relevantes que refuerzan su perfil progresista: las políticas feministas y la fiscalidad de las grandes fortunas y las multinacionales».
Hubo más desatinos, pero estos dos resultan ilustrativos de que el progresismo es lo que unos señores deciden llamar progresismo, aunque no tenga nada que ver con el progreso, como sucede prácticamente siempre. No parece que lograr «una alternancia de género» en la presidencia de la ONU sea una evidencia del progreso femenino; más bien es una maniobra política destinada a que creamos en algo tan reaccionario como que las mujeres necesitan de la coacción gubernamental para progresar.
Pero, repito, esta demagogia es ampliamente compartida. Otro tanto vale para la siguiente torpeza, a saber, que subirles los impuestos a los ricos y a las empresas es progresista. Ni por un momento se les ocurre a los maîtres à penser de El País, y menos a Warren y sus secuaces, reflexionar sobre la incidencia fiscal, noción elemental de la Hacienda Pública que estudia quién termina realmente pagando los impuestos.
Warren y su equipo de opinión sincronizada no se preguntan jamás por qué será que castigar a los ricos termina castigando a los pobres. O que dañar a las empresas termina dañando a las trabajadoras. Simplemente, no se lo plantean. Dan por supuesto que aumentar la presión fiscal sobre los empresarios es «progresista», y punto.
Nuevamente, recordemos que estos absurdos están extendidos. Warren repitió las ideas de Elizabeth Warren (¿quizá familiar?), distinguida senadora estadounidense, que además es Juris Doctor, nada menos. Chris Edwards, del Instituto Cato de Washington, resumió los errores de doña Elizabeth: el impuesto a las fortunas no alcanza para financiar el gasto, y recorta la inversión, el ahorro, la innovación y el empleo.
Magro consuelo es el mal de muchos, pero las bobadas de Warren le trascienden.