El canto del cuco

El gatuperio de Sánchez

Las concesiones a los nacionalistas catalanes repercutirían negativamente en el resto de España

Para seguir en La Moncloa, Pedro Sánchez tendría que contar con el PSOE, Podemos, Izquierda Unida, Catalunya en Comú, Más Madrid, Más País, Compromís, Xunta Aragonesiste, Mes per Mallorca, Mes per Menorca, Verdes Equo, Alianza Verde, Batzarre, Proyecto Drago, Izquierda Asturiana, Iniciativa del Pueblo Andaluz, ERC, PNV, EHBildu y Junts per Catalunya. Cada uno, de su padre y de su madre. Un amplio espectro, que va de la extrema derecha a la extrema izquierda. ¡Lo mejor de cada casa! De los defensores de la Constitución, a los que quieren cargársela. Un verdadero gatuperio. Es comprensible que entre los socialistas haya preocupación y división de opiniones. En este momento el PSOE está profundamente dividido. La inestabilidad política estaría garantizada. El Gobierno, como Prometeo, quedaría encadenado. Las concesiones a los nacionalistas catalanes repercutirían negativamente en el resto de España.

Enfrente Sánchez se encontraría con una oposición poderosa en el Congreso de los Diputados, que dificultaría seriamente la tarea legislativa. Además, el PP dispone de mayoría absoluta en el Senado. Esto impediría cualquier concesión –referéndum, amnistía…– que afecte a la Constitución. El Senado y la Justicia son una garantía. Tranquiliza comprobar que aún hay jueces en España. Este Gobierno de Sánchez sería el Gobierno más débil y estrambótico de la democracia. Se cumpliría eso de que nunca segundas partes fueron buenas. Su fragilidad acabaría en cualquier momento en ruptura y en cerrojazo a la legislatura. Y más teniendo dentro a personajes tan poco fiables como Yolanda Díaz, que Anson califica de Iscariote con sobradas razones a la vista de su trayectoria política y de su actual empeño en traicionar y destruir al partido que la encumbró.

Tampoco contaría el Gobierno sanchista con el contrapeso del poder local y regional, que está, en gran parte, en manos de la derecha democrática no nacionalista. ¿A qué viene entonces este desmesurado afán de seguir en La Moncloa después de perder las elecciones? No hay precedentes en más de cuarenta años de democracia. Visto el cúmulo de dificultades y despropósitos, esto no se explica del todo por el ansia enfermiza de poder ni, mucho menos, por el cacareado propósito de frenar a la extrema derecha, que se está frenando sola. Al paso que va Vox, se le está acabando este chollo, su mejor aliado. Es la forma de ser de un político poco escrupuloso con las compañías y los comportamientos. Pedro Sánchez no luce entre sus mejores virtudes el patriotismo. Pues entonces, ¿por qué lo hace? ¿Será, como piensan dentro de su propio partido, que tiene miedo a quedarse desprotegido, a la intemperie? Pronto lo sabremos.