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Desde Gaza hasta Afganistán y la Vuelta ciclista a España

En tiempos en los que Otegi es uno de los principales apoyos de Sánchez, los nostálgicos de la «kale borroka», con directrices de no complicar la vida al Gobierno, han encontrado en la Vuelta ciclista y en Israel, una forma de volver a las algaradas y a las barricadas

Carl von Clausewitz (1780-1831), el histórico teórico de la guerra, escribió que «un rápido y vigoroso cambio hacia la ofensiva es lo que constituye los más brillantes episodios de la defensa». Pedro Sánchez, como algunos advirtieron, ha vuelto de las vacaciones con una estrategia de contraataque. Sigue fiel a la teoría de que el «tempo político» se mide en semanas, según su ex protoasesor, Iván Redondo. Inició la semana pasada con una entrevista en la televisión española más pro Gobierno de la historia. Ayer, en una semana en la que puede sufrir una derrota parlamentaria contundente, redobló su ofensiva con el anuncio de medidas contra Israel por la situación de Gaza, a la que calificó, por primera vez, de «genocidio». Hasta ahora no había cruzado esa línea, pero es algo que ofrece a sus socios de Gobierno y apoyos parlamentarios más de extrema izquierda. Yolanda Díaz y, sobre todo, Ione Belarra, querrían más, pero el inquilino de La Moncloa percibe que juega con el antisemitismo y el peligro que tiene eso.

Las medidas de Sánchez contra Israel –respondidas con represalias por el Gobierno de Tel Aviv– llegan, casualidad o no, tras una serie de incidentes en la Vuelta ciclista a España. Protestas contra el estado israelí que, en algunos casos, han impedido el desarrollo normal de la carrera, han provocado accidentes y han obligado a realizar detenciones. Los altercados han sido más importantes en Cataluña y el País Vasco y ahora existe el temor de qué ocurrirá estos días en Galicia. En Bilbao todo estaba organizado por etarras históricos y por la Coordinadora Juvenil Socialista, que se autoproclama comunista, independentista y proetarra. En tiempos en los que Arnaldo Otegi es uno de los principales apoyos de Sánchez, los nostálgicos de la «kale borroka», con directrices de no complicar la vida al Gobierno, han encontrado en la Vuelta ciclista y en Israel, una forma de volver a las algaradas y a las barricadas. Es posible que se inspiraran en los «indepes», los primeros en montar la bronca alrededor de los ciclistas y ahora, todos pendientes de los «radicales» gallegos. Eso sí, nadie se escandaliza, ni de forma pacífica, de que las mujeres heridas en el terremoto de Afganistán no pueden ser rescatadas ni atendidas –y por eso mueren– por ningún hombre que no sea de su familia porque, claro, los talibanes, primos de Hamás, son antioccidentales, que es lo que aplaude aquí la izquierda más radical. Mientras, para ganar tiempo, Sánchez aplicará ese «rápido y vigoroso cambio hacia la ofensiva» que describía como «brillante» Clausewitz.