
Letras líquidas
Gisèle Pelicot, la mujer del siglo
Ha sido un ama de casa de 72 años quien se ha atrevido a cambiar el paradigma: no puedo imaginar un altruismo mayor que el de entregar parte del dolor propio
Uno de los hitos de cada final de año pasa por conocer a quién escoge la revista «Time» como persona del año. Trump ha repetido este 2024 como portada del semanal rojo: la épica de alcanzar dos veces la Casa Blanca y su poder para marcar la agenda internacional han sido razones de peso para justificar la decisión. Sin embargo, y por aquello de que a veces lo digital va por un camino diferente a la vida analógica, se generó una corriente en redes sociales que apostaba por elegir para tal reconocimiento a Gisèle Pelicot. No pudo ser. Y, ahora que ha terminado el juicio y se ha conocido la sentencia, han vuelto a circular algunas de esas portadas deseadas por muchos. Simuladas, claro, pero con gran valor simbólico. Pelicot ha generado una auténtica revolución, convertida en la Marianne contemporánea, símbolo absoluto de la libertad en Francia.
Más allá de lo terrible, cruel e inhumano del caso y la lógica conmoción desencadenada, la trascendencia y dimensión de lo ocurrido en el juzgado de Aviñón tiene un recorrido que supera con mucho el ámbito del suceso: es uno de esos asuntos que adquiere categoría de referente y que forma ya parte de la historia del feminismo. Por supuesto, también de la que construye y afianza los derechos humanos. Marca un antes y un después. Y por varios motivos. No solo por la valentía de quien se topa, de un día para otro, con un drama personal que le obliga a reescribir su vida, ni por su honestidad para asumir el horror, ni siquiera por la lección de generosidad y dignidad con la que se ha presentado a cada sesión judicial ante el mundo, todo esto ya es mucho, pero lo relevante es que ella ha sido verdadera vanguardia.
Los delitos cometidos contra la libertad sexual de las mujeres, todas esas violencias, se enmarcan en terrenos tan sensibles, tan delicados, tan difusos, que requieren un acercamiento específico; incluso las sociedades occidentales, las más avanzadas, ha tardado años en comprenderlo y aún distan de llegar a lograrlo plenamente. Por eso, una de las peticiones constantes de los expertos en estas cuestiones es la de poner el foco público en los agresores y no en las víctimas. Ellos son los responsables y ellos son quienes deben sentir la vergüenza. Consciente de ese estigma social, ha sido un ama de casa de 72 años quien se ha atrevido a cambiar el paradigma: no puedo imaginar un altruismo mayor que el de entregar parte del dolor propio, del más íntimo que uno pueda sufrir, para contribuir a mejorar la vida de los demás. Gisèle Pelicot es mucho más que la persona del año. Es la mujer del siglo.
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