El buen salvaje

Hey Macarena

No alcanzo a comprender en qué estaba pensando el imaginero cuando delante de la talla de la Macarena pensó que le iría bien otra sombra de ojos

No se entiende que alguien haya intentado retocar la cara de la Macarena de Sevilla y creyera que iba a salir indemne y no con un pie en el infierno del salón de belleza. Para colmo, el autor no pudo contener el furor drag por las pestañas largas, como si en lugar de Nuestra Señora de la Esperanza estuviera retocando a Sofía Loren. Hay cosas que mejor no tocar, ni siquiera opinar de ellas, de hecho este artículo ya se está haciendo demasiado largo porque a una coma mal colocada me salgo de la raya del rímel.

Para un andaluz, como el que esto escribe, la Virgen a la que venera es parte de su ancestral memoria, de su familia, y tocarla es como hacerlo a la madre biológica. Vamos, peor, porque lo de mentarle a uno la madre se puede arreglar con un puñetazo o el reto a un duelo, pero lo de la Virgen no tiene arreglo. Juro que en mi pueblo, San Fernando, el escultor retocó la cara de la Virgen de la Caridad, la hermandad en la que salía de pequeño porque era la del barrio y se mecía bajo el balcón de casa y, desde aquel día, parecía que estaba rezando a una impostora. Nadie lo ha perdonado todavía. Cada año que regreso en Semana Santa alguien recuerda todavía, y eso que la anécdota tendrá treinta años, que la cara era otra, y que eso que estamos viendo no es la Virgen de la Caridad sino otra que la imita. Un año cambiaron de lado la melena del Nazareno de la Isla y se descubrió un hematoma en la cara. Fue tal el bullicio que la Iglesia Mayor fue un ir y venir de gente pensando que sucedía algo sobrenatural. La parroquia no se movió tanto hasta que murió Camarón y la muchedumbre que portaba el féretro quiso entrar sin éxito. Los jueves, milagro. Todo se arregló cuando el pelo del Cristo volvió a su lugar.

No alcanzo a comprender en qué estaba pensando el imaginero cuando delante de la talla de la Macarena pensó que le iría bien otra sombra de ojos. Las Vírgenes, sobre todo las andaluzas, no son La Macarena de los del Río, que tiene hasta su versión tecno.