El canto del cuco

El humo de las comisiones

Los políticos andan a garrotazos. No pretenden aclarar las cosas para poner remedio, sino derrotar al adversario en las redes sociales, en la portada de los periódicos y en los telediarios

Van a empezar a funcionar, es un decir, las comisiones de investigación en el Congreso y en el Senado sobre el oscuro negocio de las mascarillas y sus derivaciones durante la pasada y mortífera pandemia. Se trata de averiguar las responsabilidades políticas en un asunto que tiene todas las trazas de encerrar una enorme bolsa de corrupción que afecta de lleno al Gobierno y a otras instituciones públicas. El llamado «caso Koldo», cuyo alcance pretende extender la oposición hasta el presidente Sánchez y su mujer, Begoña Gómez, representa el origen o punto de partida de esta obligada indagación parlamentaria. Nadie confía, sin embargo, en que de tales investigaciones salga nada en limpio. Nadie espera que se depuren responsabilidades. Todo quedará en ruido mediático, humo y confusión, que es seguramente lo que pretenden los más afectados.

Con ese propósito se adelantó el Gobierno, con apoyo de sus socios, a crear la consiguiente comisión en el Congreso de los Diputados. Cuenta allí con mayoría para seleccionar a los comparecientes y con los votos necesarios para sacar las conclusiones adelante. ¿Qué se puede esperar? ¡Humo y ruido! Por lo pronto, el primer nombre aireado es el de Isabel Díaz Ayuso, presidente de la Comunidad de Madrid y enemiga declarada de Pedro Sánchez, ¡por los problemas de su novio con Hacienda! Una forma como otra cualquiera de distraer la atención del personal y de mirar para otro lado. Ya se encargarán los medios adictos de fomentar la negra humareda. El Partido Popular ha contratacado montando otra comisión de investigación en el Senado, donde tiene dominio, y amenaza con citar al presidente Sánchez y a su mujer para aclarar determinadas gestiones e influencias, que, de ser ciertas, derribarían el Gobierno en cualquier país de nuestro entorno. Aquí producen risa y aspavientos en el banco azul.

Entramos de lleno en la ceremonia de la confusión. Estas comisiones parlamentarias están pensadas para arrojar luz en los momentos oscuros de la vida nacional. Pero está claro que no cumplen esa función. Dice Ortega en la «España invertebrada» que «nos falta la cordial efusión del combatiente y nos sobra la arista soberbia del triunfante; no queremos luchar, queremos simplemente vencer». Así es. Los políticos andan a garrotazos. No pretenden aclarar las cosas para poner remedio, sino derrotar al adversario en las redes sociales, en la portada de los periódicos y en los telediarios. Estamos en uno de esos tiempos confusos, de humo y furia, que, periódicamente, se apodera de la política española. La consigna desde el poder, acosado y desorientado, es: ¡Más confusión y más furia!