Aunque moleste

El independentismo crecido

Lo que está consiguiendo Pedro Sánchez es envalentonar aún más a un separatismo que ha sido derrotado en las urnas

En las últimas elecciones generales el independentismo en Cataluña tuvo un resultado pésimo. El partido más votado fue el PSC seguido por Sumar. En tercer lugar quedó el PP, con más votos que ERC, partido separatista que ocupó la cuarta posición, perdiendo seis escaños. Ya en quinto lugar se situó Junts, que con 392.634 votos cedió también un diputado. La otra fuerza indepe, la CUP, apenas logró 98 mil sufragios, por lo que se le escaparon sus dos escaños, ya muy lejos de Vox, que le sobrepasó con 273 mil votos y dos parlamentarios. Sumados en su totalidad y por bloques, el independentismo alcanzó 954.311 votos, frente a los 2 millones y medio de los no secesionistas. Puigdemont, el delincuente huido de la Justicia que se hace llamar «president en el exilio», apenas fue respaldado por el 11,1 de los catalanes, que por otra parte son sólo el 7,15 de los que tienen derecho a votar. En el censo total de España, el respaldo de Puigdemont es apenas del 1,6 por ciento, el 1,1 de los mayores de edad.

Pese a tan pobre balance, y debido a que la ley electoral favorece a las provincias pequeñas más catalanistas, el peso del separatismo es siempre superior al que en justicia le corresponde. Pero los datos de arriba son la realidad de los últimos comicios, pese a lo cual el pasado domingo el presidente de la Generalidad, en su discurso previo a la Diada, habló en nombre de la Cataluña entera, pero exhibiendo postulados cien por cien separatistas. Es decir, Puigdemont dice representar a la totalidad de los catalanes cuando le respaldan menos de la mitad.

Da igual, el nacionalismo siempre ha funcionado así.

La paradoja está en que con uno de los peores resultados de su historia, tienen hoy más peso que nunca en la política nacional. Algo que ocurre porque ese poder se lo está otorgando Pedro Sánchez, dispuesto una vez más a darles cuanto pidan con tal de seguir en La Moncloa. Aunque tenga que conceder algo tan disparatado como la amnistía, el perdón total por el golpe, cuando el forajido declaró la independencia. La conclusión es que se puede proclamar la independencia desde la Generalitat sin que tengas que pasar un solo día en prisión por ello, como le va a suceder a Puigdemont, con el agravante de que además insultó a España. O sea, que le va a salir gratis el delito y la huida. Y como gratis que es, está dispuesto a repetirlo, esta vez en serio. Es lo que ha declarado la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Dolors Feliu, que propone declarar la secesión en cuanto se apruebe la amnistía, puesto que «ya no está penalizado el procés», y «un 155 de un Estado que no es Cataluña no se puede aplicar (en Cataluña)».

De modo que esto es lo que está consiguiendo Sánchez: envalentonar más a un independentismo derrotado. Pujol nos lo dijo a unos cuantos cuando el famoso estatut de Zapatero: «no me lo podía ni imaginar, pero si nos lo dan gratis, que vamos a hacer, pues cogerlo». De aquellos polvos, este barrizal. Como decía Rubalcaba, «los malos no se van a hacer buenos por darles lo que piden: también cabe la posibilidad de que sigan siendo malos».