Tribuna
Malas hierbas
Distinguir el trigo de la cizaña y no arrasar todo lo sembrado
Cuesta comprender ciertos comportamientos humanos. Pero ya en los Evangelios nos hablaba Mateo (13;24) en conocida parábola: «recoged en tiempo de siega la cizaña; atadla en manojos para quemarla; luego, recoged el trigo». Modernamente, el encaje del individuo dentro de la sociedad lo desarrolla magistralmente Max Weber.
Dejo de lado los comportamientos de individuos marginales; los que por circunstancias familiares, sociales o psicológicas, deciden resueltamente no integrarse en su sociedad. Me preocupan más hoy, los individuos, que con sus errores o comportamientos, agrietan gravemente su estructura social.
En el capítulo de los llamados errores humanos, un reciente choque de trenes en Grecia recordó el también trágico del tren Alvia en Santiago. Constatamos cómo un solo individuo pudo causar dolor y muerte a decenas de seres humanos. Se podrá alegar que fallaron medidas técnicas cuya responsabilidad correspondía a niveles superiores. Personalmente mantengo que un tren que circula a 300 kilómetros por hora con medio millar de personas a bordo no puede estar en manos de una sola persona; necesita un copiloto como lo precisan los aviones comerciales. Pero la tragedia se fraguó en manos de un solo individuo que pudo evitarla: jefe de estación en un caso, maquinista en otr0.
Reflexiono sobre el segundo aspecto. Al comportamiento de individuos no solo asentados en la sociedad, sino también distinguidos por ella que los ha ido situando en superiores niveles de confianza y responsabilidad. El lector comprenderá enseguida a qué comportamiento me refiero y que a muchos uniformados nos causó verdadero estremecimiento y dolor. Aun en su condición de retirado, es decir, desligado de Interior y de Defensa, cuesta comprender el comportamiento de un General de División de la Guardia Civil a quien una juez no dudó en enviar a prisión. Aun si sus delitos o faltas fuesen parejos a los de otros encausados, los niveles de confianza y responsabilidad que se esperaban de él, seguramente forzaron a la magistrada a tomar la decisión. Menos confianza merecían y merecen un diputado del PSOE y sus acólitos, de los que esperamos y exigimos mucho menos. No goza nuestra clase política en general de respeto y confianza. Y se equivoca gravemente su grupo parlamentario al protegerle de una Comisión de Investigación, porque contamina, ¿solidario?, a todo su partido.
Vuelvo a la incomprensible actitud de una persona que, al cruzar cada mañana el umbral de su cuartel leyó durante cuarenta años: «El honor es la principal divisa de la Guardia Civil», sea capaz de integrar o integrarse en una presunta banda de soeces malhechores. La condición de retirado podrá jurídicamente beneficiarle. Pero no moralmente. Un Guardia Civil o un soldado lo son, hasta el día de su muerte. Máxime si ha alcanzado el generalato que entraña «el ejercicio de amplias prerrogativas, por lo que deberá extremar la prudencia en el uso de sus atribuciones, siendo así ejemplo para sus subordinados y exponente ante la sociedad del prestigio de las Fuerzas Armadas». (1)
Este caso no es el primero, ni será el último. Lo recoge acertadamente el dicho popular: mala hierba nunca muere. Donde haya individuos, por mucho que refuerce la sociedad sus antídotos, por duro que sea su Código Penal, habrá comportamientos irregulares fruto normalmente de ambiciones. Su ceguera los lleva a creerse inviolables, cuando hoy está demostrado que difícilmente queda impune un delito. Cuestión de tiempo.
A modo de conclusión, me preocupa el efecto generalizador de estos comportamientos que llegan a contaminar a toda la sociedad: si un diputado prevarica, todo el Congreso prevarica; si un responsable de finanzas de un partido malversa, todo el partido es corrupto. Y como delincuentes los hay a babor y estribor, cada caso se aprovecha para denunciar al contrario en bloque. Así hemos llegado al momento en que parece que todo el arco político, toda la estructura del Estado es corrupta, cuando no es cierto.
Sobre esta generalización se montó una moción de censura que hizo caer a un Gobierno, cuando quienes la promovieron estaban tanto o más contaminados por casos particulares de corrupción. ¿Cómo llamamos al desfalco de los ERE de Andalucía? ¿Sobre qué delitos impunes consiguió ventajas Bildu para tener representación en el Congreso? ¿Es corrupto el juego del PNV utilizando siempre doble baraja? ¿Corrupto el chantaje de ERC al exigir el indulto a los responsables del golpe del 1 de octubre?
Si queremos recuperar el prestigio como país respetuoso con cánones de convivencia modernos, fuertes en convicciones democráticas, solidarios entre pueblos y regiones, convencidos de la necesidad del equilibrio que proporciona la división de poderes, debemos evitar que comportamientos individuales se utilicen como armas de destrucción masiva contra el oponente político. En resumen: distinguir el trigo de la cizaña y no arrasar todo lo sembrado.
(1) Reales Ordenanzas. Artº76
Luis Alejandre Sinteses general (R).
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