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Más triste es robar

Ese frenesí mendicante es la mejor prueba de que estas próximas elecciones van a decidirse por muy pocos sufragios

Es innegable el progresivo aumento de la mendicidad que se ha dado en nuestras calles. Supongo que existirán sesudos estudios de los departamentos correspondientes, pero estoy absolutamente convencido de que todos coinciden en que en las últimas semanas se ha dado un repunte del fenómeno, observable a simple vista. El repunte procede indudablemente del aporte que han hecho al colectivo mendicante todos los políticos de nuestros partidos que van por las esquinas suplicando que les demos algún voto que llevarse a la boca.

Ese frenesí mendicante es la mejor prueba de que estas próximas elecciones van a decidirse por muy pocos sufragios. La desesperación ante ese hecho ha llevado a nuestros representantes políticos a proponernos que debatamos, en los mítines y tertulias electorales, algunas de las ideas más absurdas que he oído en mi vida en ninguna campaña de una cita para las urnas. Argumentos estrambóticos y propuestas delirantes que tienen muy poco que ver con ninguna evidencia, sino más bien con los prejuicios, las emociones y la simple bobada. Innecesario señalar a nadie. Ejemplos hay en todos los frentes y todas las ideologías. No es que eso me produzca ninguna ansiedad, ni pesimismo de cara al futuro. Todo lo contrario: la tontería es una cosa que nos ha acompañado siempre a la humanidad desde que nos pusimos en pie y empezamos a caminar sobre dos patas. Prefiero verlo como una remarcable muestra de vigor y vitalidad. Esperar que se acompañara de brillantez e inteligencia, hubiera sido pedir demasiado.

Por tanto, sean caritativos y, cuando se encuentren al habitual político sentado a la sombra, a la salida del súper, con su cartel de cartón pidiendo un voto, prométanle que se lo darán. Cumplir luego o no esa palabra, es lo de menos. No les importe mentirles si consiguen alegrarles un rato. Al fin y al cabo, ese es el mismo tratamiento que ellos siempre nos darán luego a nosotros.