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Menú para «Una noche en la ópera» con Aznar y Feijóo
Animaron alguna conversación ligera, que en seguida volvía a las encuestas. Ahora son favorables para el PP –diga lo que diga Tezanos–, como las publicadas ayer, pero tienen que ser ratificadas en las urnas y para eso todavía queda un trecho
Julius Henry Marx (1890-1977), es decir, Groucho Marx, afirma en una de las infinitas escenas disparatadas de «Una noche en la ópera»: «Tenemos que pensar un plan favorable». Ese plan es obvio para la mayoría de los doscientos invitados que acudieron el sábado a celebrar con José María Aznar su 70 cumpleaños con una cena, discursos varios incluidos, en el Teatro Real de Madrid. Consiste, así de simple y de complejo al mismo tiempo, en que Pedro Sánchez sea desalojado de la Moncloa tras las próximas elecciones. Eso sí, como siempre hay excepciones, entre los que fueron a felicitar a Aznar no faltó alguien que tampoco tiene queja con el actual presidente del Gobierno pero, de paso, siembra para el futuro.
Había también otro plan favorable para el sábado, menos ambicioso, pero más imposible. Consistía en que la fiesta fuera una sorpresa para el sucesor de Felipe González al frente del Gobierno, dos personajes diferentes, pero ambos con un proyecto de España, de país y de sociedad, a pesar de sus históricas broncas. La sorpresa, al final, quizá quedó en el menú y en los vinos elegidos: «Crema de carabineros con guisantes tiernos» para empezar, seguida de «Souquet de Merluza especiada con espárragos y lemongrass». De postre, «Tatin de manzana» y, como vinos, «Valdesil 2021-D.O. Valdeorras», un toque gallego, que ni tan siquiera tenía que ser un guiño a Alberto Núñez Feijóo, al que Aznar confía ver pronto en la Moncloa. La sorpresa, para algunos de los asistentes, fue el tinto, «Marqués de Murrieta 2018-D.O. Rioja». Nadie, por supuesto, puso pegas al elegido, pero si hubo quien se sorprendió dada la predilección, bien conocida, del que también fuera presidente de Castilla y León y acaso procedente de aquella época, por los tintos de la «Ribera del Duero». Una anécdota, sin trascendencia, como otras que se recordaron sobre la histórica parquedad del líder popular. Animaron alguna conversación ligera, que en seguida volvía a las encuestas. Ahora son favorables para el PP –diga lo que diga Tezanos–, como las publicadas ayer, pero tienen que ser ratificadas en las urnas y para eso todavía queda un trecho. Casi al mismo tiempo, a pocos metros, se representaba la ópera Achiles en Esciros, «equívoco homoerótico» con «transgresora ambigüedad de identidades sexuales», según Joan Matabosch, director artístico del Real. Coincidencia. No era día para discursos políticos y no los hubo, pero algunas felicitaciones a Aznar tenían intención, porque nadie dejaba de imaginar cómo convertir en realidad el «plan favorable» que reclamaba el inefable Groucho Marx.
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