
Opinión
Matrimonio abolicionista
Sánchez, desde esa voz irritante de bondadoso redentor, proclamaba leyes y slogans contra la explotación sexual, en los despachos se firmaban cheques y se cuadraban balances de prostíbulo
Begoña no tiene ninguna culpa de pertenecer a su familia, por supuesto, ni el presidente de haberse enamorado (los inescrutables designios del amor…) de la heredera de semejante legado, pero sí la tienen, y esto es irreductible, de su desdoblamiento moral.
Hoy ya no hablamos de “cambiar de opinión” ni de “cabalgar contradicciones”, hablamos de dobles vidas en el sentido más operístico de la expresión. Y pocas hay tan jugosas como la de Pedro Sánchez, que en su etapa de concejal agitaba la bandera del abolicionismo contra la prostitución mientras su pareja, pronto esposa y primera dama oficiosa, llevaba las cuentas de los clubes de alterne de su propio padre, según publican distintos medios esta semana. ¿Es una broma de ultraderecha? ¿un bulo? Ojalá.
No puedo imaginar la turbiedad psíquica de las personas que deciden que su forma de vida consistirá en un lugar como la sauna “Adán” o el club “Castellana 180”, ciénagas donde la explotación sexual, una de las perores formas de devaluación y abuso sobre el género humano era el grueso del negocio tal como se atribuye a los testigos citados…¿De qué hablarían estas personas en las comidas familiares? ¿qué colgarían en el pino navideño? ¿Qué ambientador activarían en casa para sacudirse la fetidez mental?
Lo que sí se despliega apestosamente delante de nuestras narices es la hipocresía, la falsedad psicopática que existe en las personas que se dedican a predicar la pureza feminista en público y a beneficiarse en privado del horror que demonizan en mítines y manifestaciones capitalizando la pedrada e incapacidad de su electorado.
Lo más inquietante…Sus votantes. En cualquier democracia sana y cuerda, un episodio así sería devastador. Aquí no. España, en fin, es un país alérgico a la coherencia, algo que me inspira cada día para ofrecerles a ustedes mi crónica del contemporáneo… Y es de agradecer. Y este matrimonio, con sus cuentas abolicionistas y sus cuentas prostibularias, es el paradigma perfecto en el arte de decir algo, y hacer, ¡y ser! lo contrario.
Así pues, mientras Sánchez, desde esa voz irritante de bondadoso redentor, proclamaba leyes y slogans contra la explotación sexual, en los despachos se firmaban cheques y se cuadraban balances de prostíbulos. Un psicólogo lo llamaría disonancia cognitiva; un ciudadano de a pie, pongan ustedes la palabra que les parezca oportuna. Buena será.
El asunto se vuelve más grotesco, doloroso, y al mismo tiempo berlanguiano, cuando recordamos la imagen de Begoña, amiga hemeroteca, al frente de la marcha del 8M, pancarta en alto, sonrisa institucional y consignas a voz en grito. ¿Qué estaría pensando mientras? La misma mujer que, según reportajes y testimonios, se encargó durante años de la contabilidad de los puticlubs paternos. Hay que tener un talento especial, novelesco, para vivir con semejante naturalidad en la mentira. Resistir era, en realidad, fingir.
Quizá por eso este Día de la Mujer Begoña no se acercó a la cabecera de la marcha. Después de años de posar como estandarte del feminismo, la imputada señora ha entendido que sujetar pancartas exige, como mínimo, no haber hecho caja en la trastienda. Y eso la hace aún más antipática, al menos para mí, tenía que haber ido, con un par de ovarios y dos trompas de Falopio, como una performance de Marina Abramović y una camiseta que dijera: “Arte, arte moderno”.
✕
Accede a tu cuenta para comentar

Experiencias en el extranjero