
Letras líquidas
Mundo viejo
Coinciden sociólogos y expertos, que la nueva rebeldía, esa que suele ir aparejada a la juventud, haya oscilado hacia la derecha, hacia posturas más conservadoras, quizá como respuesta al «woke» dominante
El estilo «granny» ha vuelto. Los más jóvenes y modernos quieren vestir como sus abuelos. Collares de perlas, jerséis de punto, blusas de flores, cuadros, «tweed», hechuras «oversize» y mocasines que serían perfectos para los octogenarios más coquetos. La moda suele recurrir al retrovisor para renovarse y dar con lo más «cool» y «trendy»: un guiño a los 70, un recuerdo a los locos 20 o el arriesgado recurso a los difíciles 90 (ay, esas hombreras). Y esto del «grandpacore», que así se llama la tendencia, y la querencia por lo «vintage» de la generación Z no dejaría de ser más que una revisión de lo antiguo o una búsqueda de nuevas estéticas con las que epatar en pasarelas y alfombras rojas, con su reflejo rápido, «vía insta», en la misma acera de la calle de casa, si no fuera porque parece tener su correlación directa en lo ideológico. Y no es solo, como coinciden sociólogos y expertos, que la nueva rebeldía, esa que suele ir aparejada a la juventud, haya oscilado hacia la derecha, hacia posturas más conservadoras, quizá como respuesta al «woke» dominante, sino que hay otros elementos que preocupan, más relacionados con la falta de memoria imprescindible para no repetir errores pasados. Y, si lo hemos comprobado estos días, evocando los horrores del Holocausto y con todas las alertas mundiales encendidas ante la intransigencia, el odio y el fanatismo, existen otros riesgos, que, por menos espeluznantes, se arriesgan a diluirse en la vorágine de lo cotidiano. Encuestas y estudios nos avisan, de manera cíclica, de un retroceso en las relaciones entre los más jóvenes, a veces apenas adolescentes, al detectar una pérdida de los valores de la igualdad conquistados a lo largo de décadas, y también alertan de la extravagancia de teorías negacionistas que refutan la certeza de los hechos de la violencia de género. ¿Qué diría Pardo Bazán, que ya identificó a comienzos del siglo XX el «mujericidio», si supiera que un mandatario argentino del XXI ha eliminado los crímenes contra las mujeres del Código penal en defensa de la igualdad? Yo no sé si le parecería que se nos está quedando un mundo viejo, pero uno peligrosamente iliberal, desde luego.
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