Top Mantra
Personal
A mí «sí» me importa lo que hagan los políticos con su cartera y su trasero, pues tanto sus políticas como su desordenada vida íntima –si fuera el caso–, las sufragamos entre todos
Cuentan por doquier, muy desprendidos ellos: «A mí no me interesa lo que haga un ministro, si se quiere ir de put*s es su problema, a mí solo me importa que lo haga con dinero público, ¡que paguemos todos con nuestros impuestos!…» Etc. Repiten esto una vez y otra, ad nauseam. Confieso que, au contraire, a mí «sí» me interesa la vida privada de los políticos. La paguen de sus bolsillos o no (en realidad, si pagaran sus vicios con el dinero de sus bolsillos, también los estarían sufragando con mi dinero, porque el sueldo de los políticos lo pagamos todos con nuestros impuestos). Además, ¿no juran que «lo personal es político»? Entonces, están obligados a dar cuenta de su vida personal, sumatorio complementario de sus políticas (soi disant). La famosa frase proviene del ensayo de la feminista de segunda ola Carol Hanisch que, en 1969, publicó «Lo personal es político». Aquel título tan afortunado se convirtió en una premisa del feminismo que más tarde adoptó la izquierda. Y que continúan repitiendo los izquierdismos patrios, que conservan más tintes setenteros de lo que ellos mismos sospechan. Con aquella idea, originalmente se cuestionaba la separación (de poderes) entre ámbito doméstico, sexualidad y familia, en relación con lo público (política, economía, estructuras de poder…). Quizás por eso los políticos de hoy que enarbolan tal premisa como argumento han mezclado sus relaciones sexuales con el ejercicio de sus cargos públicos, la economía de las arcas públicas con las cuentas domésticas de sus casas, chalets de dudoso gusto estético habitualmente…, etc. Han revuelto a sus familias con el poder institucional, colocando en puestos de relevancia pública a parientes o queridas (éstas, en la más rancia tradición fachista), etc. Demostrando que, por aquí, la mezcla siempre se entiende como enredo corrupto, y que cuando se eliminan barreras, la ilicitud está servida. Por eso a mí «sí» me importa lo que hagan los políticos con su cartera y su trasero, pues tanto sus políticas como su desordenada vida íntima –si fuera el caso–, las sufragamos entre todos. Oiga.