Cuartel emocional
Los pilares del Estado
No quiero ver las hemerotecas y comprobar que quienes están gobernando (en funciones) decían que jamás tolerarían lo que hoy están firmando
Los pilares del Estado están tambaleándose, resquebrajándose, falta muy poco para que todo se venga abajo porque no hay milagro que pueda ya remediarlo a estas alturas. Y no quiero verlo, parafraseando a Lorca “dile a la luna que venga”, que no quiero ver morir el país sumido en la destrucción de las instituciones, con un poder judicial sin fuerza para oponerse a la infamia de la impunidad de los delincuentes y terrorismo callejero que Cataluña lleva generando desde hace más de una década. No quiero ver las hemerotecas y comprobar que quienes están gobernando (en funciones) decían que jamás tolerarían lo que hoy están firmando. No quiero ver a un Tribunal Constitucional convertido en un cocedero de chanchullos al estilo del CIS de Tezanos, con un Conde Pumpido rebajado a sastre remendón, cosiendo a medida tropelías en serie. No quiero ver al prófugo Puigdemont sonriendo desde Bruselas ante el éxito de su chantaje. No quiero ver al gordo Junqueras indultado y dándose la mano, victorioso, con el lacayo Bolaños que firma lo que le echen por orden de su amo. No quiero ver a su amo sentado en el trono monclovita con su traje azul. No, no quiero ver esas escenas porque me crean amargura y tristeza y me opacan algunas otras cargadas de belleza y tradición, como la jura de Leonor a pesar de las actitudes mezquinas que impidieron al Rey Juan Carlos presenciar el histórico acto, y recuerdo entonces cuando Don Juan, el viejo Rey que nunca reinó, observaba a su nieto Felipe en la misma circunstancia. No corren buenos tiempos para el país y las noticias no nos permiten el más mínimo respiro, porque cada día son peores, porque no sé en qué basura nos vamos a convertir, porque veo demasiado cerca a la Venezuela de Maduro, que pretende deslegitimar a una Maria Corina Machado, ganadora absoluta de las primarias de la oposición de aquel país con la decisión del Tribunal Supremo venezolano de suspender a todos los efectos ese proceso. Si en España desaparece uno de los tres poderes, el Judicial, se viene abajo uno de pilares –el fundamental-, que sostienen al Estado. Y nosotros debajo aguantando el derrumbe. ¿Será que Page y algunos socialistas más se apuntarían el tanto de impedir que esto suceda? Se coronarían de gloria, sin duda, serían un salvavidas histórico pero no debemos hacernos vanas esperanzas. Seamos templados y preparémonos para asumir unos meses futuros crueles y despiadados.
Mientras, la inmigración sigue llegando en masa. En un pueblo de Galicia, Sobrado de los Monges, el alcalde socialista rechaza recibir a cuarenta reubicados, procedentes de Canarias “por una cuestión de logística y falta de capacidad”, y los larga a otro pueblo, Porriño, con edil del PP. Me pregunto cómo serían las críticas si la cosa se hubiera producido al revés. Al mismo tiempo, en algunos países de Europa como Francia y Alemania se ha desatado ya una ola antisemita que resulta preocupante, con estrellas de David pintadas en las paredes de las casas. Desde la Segunda Guerra Mundial no se había vivido una atmósfera tan hostil. Esto no puede acabar bien.
CODA. La dichosa inteligencia artificial ha sacado al mercado un “nuevo disco” de los Beatles. Malo a rabiar, donde se supone que las voces son de John Lennon y George Harrison. Ni de lejos se les parece, aunque los papanatas lo verán con buenos ojos. Un sucedáneo, un pastiche y, como tal, un quiero y no puedo que hace sangrar a los oídos sensibles.
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