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Sin Perdón

Las plañideras del Papa Francisco

«El ministro Bolaños parecía el portavoz de la Santa Sede cuando valoró la triste noticia»

Menudo espectáculo ha ofrecido la izquierda política y mediática española con la muerte del Papa Francisco. En algunos casos parecían auténticas plañideras, como sucedía tradicionalmente con las mujeres que se contrataban para llorar en los funerales. Como católico me parece muy bien el gran fervor que se ha desatado y los pijos progres lo han elevado a los altares antes de concluir el periodo de duelo. Era entrañable ver al presidente del Gobierno vestido de negro con las banderas con crespones, escuchar a algunos periodistas ateos convertidos en sesudos expertos sobre su Pontificado o a Yolanda Díaz desconsolada, ya que creo que es la mejor amiga que tuvo el fallecido Pontífice. El ministro Bolaños parecía el portavoz de la Santa Sede cuando valoró la triste noticia y en algún momento temí que arrancara a llorar. En algunos casos no sabemos muy bien a quién daban el pésame, porque parece que la izquierda olvida que no era ni un revolucionario ni un radical sino un hombre de Dios. El sucesor de Pedro al frente de la Iglesia. Por tanto, el pésame se tenía que dirigir a los creyentes y a su familia.

No tengo especial simpatía o antipatía por las plañideras, pero esa artificiosidad me produce de vergüenza ajena. Es una cuestión de carácter. La parte positiva, cabe insistir en ello, ha sido la demostración de la enorme fuerza e influencia que tiene la Iglesia. El escuchar a ateos, agnósticos y anticlericales reconocer está realidad actuando como plañideras de Francisco resulta muy gratificante. Es un grave error analizarle con la mentalidad política. En la sucesión no estamos ante un juego de tronos eclesiástico, por más que se empeñe la izquierda, sino ante un proceso complejo que tiene unas reglas y un procedimiento que ha ido evolucionado a lo largo del tiempo, así como la asunción de enormes sacrificios para él que sea elegido. Esto último siempre se olvida, porque en esta época de políticos mediocres y carentes de principios algunos creen que sucede lo mismo en la Iglesia. El nivel de simplificación es enorme como lo es, también, la arrogancia de estos nuevos expertos que estoy convencido de que no han leído la obra doctrinal de Francisco. Su mayor milagro sería la conversión de las plañideras.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)