Sin Perdón

El precio de Puigdemont

«De presidente en el exilio puede convertirse en un Judas que vendió al independentismo por 30 monedas»

Todo el mundo está pendiente de la decisión de Puigdemont. Lo más probable es que ordene a sus diputados que voten a favor de Sánchez a cambio de la amnistía. Es lo único que le importa. La gobernabilidad de España depende de un delincuente fugado de la Justicia que no quiere ir a la cárcel. Con sus interlocutores insiste en que no fue una huida sino un gesto de dignidad porque no podía permitir que encarcelaran al presidente de Cataluña. Los cobardes siempre encuentran excusas para justificar su cobardía. Lo mejor es que se presenta como el presidente de Cataluña en el exilio. En el resto de los temas aplicará, en general, el pragmatismo convergente. El referéndum o la consulta pasarán a un segundo lugar como sucedió con la mesa de diálogo en la pasada legislatura. Pujol organizó, con mayor altura e inteligencia, un sistema basado en ir consiguiendo avances con el objetivo de conducir a los catalanes, como quería Moisés con el pueblo hebreo, a la Tierra Prometida. No lo consiguió.

En otros temas, como convertir el Congreso de los Diputados en una Torre de Babel cuenta con la ayuda de una presidenta nacionalista catalana como Francina Armengol que hubiera sido una líder perfecta para ERC. Lo de la UE es mucho ruido y pocas nueces, porque lo previsible es que quede en nada. Por tanto, todo se reduce a encontrar una solución personal para Puigdemont y los suyos. En esto estoy convencido de que se saldrá con la suya, porque Sánchez ya hizo el indulto, la sedición y la malversación. Está convencido de que es el pacificador y que la culminación de este proceso está en amnistiar al delincuente y sus amigos. En todo lo demás creo que el líder socialista ha decidido ganar tiempo, conseguir la investidura y lograr otra legislatura. Mientras tanto, las elecciones vascas y catalanas pueden darle una posición clave para tener bajo su bota al PNV y a ERC. El problema es para Puigdemont, porque de presidente en el exilio puede convertirse en un Judas que vendió al independentismo por 30 monedas. Es decir, a cambio de su libertad personal.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)