Editorial
Sin Presupuestos y sin mayoría parlamentaria
Política y democráticamente hablando, dos ejercicios de fracasos presupuestarios retratan a un presidente sin apoyo y un gobierno en minoría
Pedro Sánchez ha sido siempre muy consciente de la relevancia de contar con unos presupuestos generales del estado puestos al día. O, tal vez mejor, de la trascendencia y consecuencias de no disponer de la que está considerada como la ley más importante que un gobierno promulga en el año. En 2018 el ahora presidente criticaba que Mariano Rajoy no presentara las Cuentas y aseguraba que un Ejecutivo sin presupuestos «es un gobierno que no gobierna nada». Más explícito aún: «Es como un coche sin gasolina». Aprovechó esa circunstancia con semejante discurso para demandar elecciones generales pues entendía que no contaba con margen de maniobra ni con el instrumento principal para sostener la acción ejecutiva de las políticas públicas. Como con tantos otros asuntos, el Sánchez previo a la moción de censura fraudulenta que le dio la Presidencia constituye una enmienda a la totalidad del inquilino de La Moncloa que sucedió. Hasta el punto de haber se convertido en el jefe del Ejecutivo con el mayor número de presupuestos prorrogados de la historia de la democracia. En esa línea, Pedro Sánchez ha convertido en mera anécdota la primera moratoria presupuestaria de las cuentas de 2023, y presentará como una menudencia la más que probable segunda extensión de un cuadro absolutamente caduco y obsoleto. La inesperada derrota del techo de gasto la semana pasada en el Congreso tras un acto de fuerza de Junts se ha interpretado como el preámbulo de una tramitación frustrada para el proyecto de Presupuestos. Las circunstancias políticas en Cataluña y el futuro de la Presidencia de la Generalitat no parecen favorecer que los siete diputados de Puigdemont permitan que Sánchez se asegure casi de facto cumplir la legislatura con unos Presupuestos renovados con Salvador Illa como probable president. Adelantamos en las páginas de Nacional que Moncloa ha dado por pérdidas las Cuentas de 2025 después de constatar su fragilidad política y parlamentaria. Prepararse para ello resulta lógico y sensato al menos desde el punto de vista de nuestra izquierda, tan alejada de las buenas prácticas democráticas y de la virtud liberal. El sanchismo, por supuesto, limitará la lectura y el alcance de este revés severo a un mero contratiempo cuando la verdad es que las secuelas y los estragos de una administración encorsetada por la carencia de presupuestos por segundo año consecutivo conducen inevitablemente a una administración provisional de facto. Eso en el día a día, con tantos proyectos afectados, con carencia de fondos que lastrarán programas sociales en diferentes ámbitos. Política y democráticamente hablando, dos ejercicios de fracasos presupuestarios retratan a un presidente sin apoyo y un gobierno en minoría. «Un gobierno que no gobierna nada», en palabras de Sánchez. Una administración convertida en un problema para España y los españoles.
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