
Insensateces
Puentes
No hay mucho que añadir viendo al pueblo echar la pata pa´lante. No hay más que decir contemplando tanto amor desinteresado y tanta dedicación. Tanta solidaridad, tanta motivación. Sois emocionantes, valencianos.
Tengo una amiga cuyos hijos llevan días yendo a las zonas afectadas en Valencia a pie. No hay mayor dolor ni mayor orgullo de su madre. Puede estar tranquila: los ha educado tan maravillosamente que es emocionante pensar en que, lo que has traído al mundo, te haya salido tan bien y que sean tan buenos seres humanos. Miguel y Elena, se llaman, aunque eso no importe.
Estos días contemplo a un montón de jóvenes atravesando esos puentes que unen Valencia con L´Horta Sud, y es imposible no sentir satisfacción, es imposible no enorgullecerse de esos chicos y chicas que, tan sencillo y tan difícil, han encontrado un sentido a sus vidas. Igual era sólo eso, igual era darles un objetivo, igual era que supieran que son necesarios. Acuden tan serios, tan enfocados, tan conscientes, que no queda otra que darse cuenta de que hay futuro. De que si les planteamos retos, retos de verdad, sin gilipolleces, sin jueguitos virtuales, sin criptomierdas, estos tipos imberbes saben, suman, apoyan, y localizan y canalizan su ímpetu, su fuerza, su vocación. Porque todos la tienen. Sólo hay que buscarles un puente para atravesar a pie.
Por lo demás, no hay mucho que añadir viendo al pueblo echar la pata pa´lante. No hay más que decir contemplando tanto amor desinteresado y tanta dedicación. Tanta solidaridad, tanta motivación. Sois emocionantes, valencianos. Sois emocionantes todos los de fuera que no se lo han pensado y se han acercado con lo que han podido a un centro de recogida de alimentos. Los que han ido con sus coches a Valencia a echar un cable. Los que se han dado una vuelta por Letur, en mi tierra, en mi Albacete del alma. No habrá nunca agradecimientos suficientes para que recibáis lo que os habéis merecido.
Y al final, el bochorno. La falta de respuesta, la tardanza, la torpeza, el interés. Que quiere uno echarse en manos y en brazos de su estado, pensando que para eso votamos, para eso les delegamos el cuidado final de los nuestros. Que hicimos las comunidades autónomas para algo, que las pagamos con mucho esfuerzo. Que hay una red superior que nos va a amparar al final y, al final, hay gente cruzando puentes. Gràcias, València.
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