«De Bellum luce»
El pulgar de Puigdemont
El ministerio de la propaganda de Moncloa está dedicado a construir la Verdad de que Puigdemont no manda en Junts, y que su partido acabará vendiéndose por un plato de lentejas, que se comerá luego, además, el PSC
La incertidumbre manda en estas últimas horas antes de que el prófugo Carles Puigdemont suba o baje su pulgar y decida si el PSOE consigue hacerse con la Presidencia del Congreso e impone su reparto de sillas en el órgano de gobierno de la Cámara entre sus aliados nacionalistas e independentistas. Y ese pulgar del ex presidente de la Generalitat, bajo orden de búsqueda y captura por el golpe constitucional, seguirá teniendo un poder absoluto en cada una de las decisiones que quiera adoptar Pedro Sánchez para cocinar una tarta en la que todos sus socios encuentren el trozo que se quieren llevar a la boca.
El PSOE naufragó el 28M por el hastío de sus votantes con las compañías de Sánchez en esta pasada Legislatura y aunque Moncloa cree haber encontrado en Vox su tabla de salvación, este flotador sólo sirve, si acaso, para darle una última oportunidad al presidente en funciones, pero a costa de pisotear las siglas del PSOE, cada vez más irreconocibles para los votantes socialistas de toda la vida.
El ministerio de la propaganda de Moncloa está dedicado a construir la Verdad de que Puigdemont no manda en Junts, y que su partido acabará vendiéndose por un plato de lentejas, que se comerá luego, además, el PSC. Dicen que Junts necesita financiación, un grupo propio en el Congreso, y mantener a los cargos que siguen viviendo del pesebre del partido. La Verdad de Moncloa oculta que Puigdemont quiere que le firmen un papel de perdón generalizado para todos los que participaron en el golpe constitucional en Cataluña, empezando por él mismo, y que se pongan las bases, en serio, para el referéndum. Como en Madrid lo de la palabra dada esta poco de moda, Moncloa quiere hacernos creer que para Puigdemont, la suya tampoco vale nada.
La Verdad del ministerio de la propaganda de Moncloa también esconde que todas las cuentas que hacen para vender como suyo el «sí» del prófugo rentan más a favor de Salvador Illa que de Junts. Carles Puigdemont puede hacerse un Junqueras, pero las barbas del vecino ya las ha visto cortar y conoce cuál es el final del cuento del plato de lentejas. Puigdemont guarda silencio mientras revolotean a su alrededor los mismos que a sus espaldas van diciendo que tragará porque no tiene alternativa a aprovechar la oportunidad que le abre la fuerza de su pulgar sobre un Gobierno de Pedro Sánchez. Pero todos saben que para que el prófugo no baje el pulgar deberán firmar el papel de la amnistía y el de la consulta. Por lo menos.
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