Al portador
Puñales de papel para Pedro Sánchez
«El presidente y sus asesores han convertido el 28-M en una especie de plebiscito y eso siempre tiene sus riesgos»
David Lloyd George (1863-1945), galés, del Partido Liberal, fue primer ministro del Reino Unido entre 1916 y 1922, desde mediados de la I Guerra Mundial hasta avanzada la postguerra de esa contienda. En 1923 perdió en las urnas y fue entonces cuando dijo que «las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel». Pedro Sánchez, que ha salido airoso de mil batallas imposibles y en inferioridad, teme los votos –puñales– de las elecciones del próximo domingo. Él o su equipo más cercano, criticado por la falta de paridad, han convertido las autonómicas y municipales en una especie de plebiscito por la intensidad de la implicación del presidente en la campaña. Juega con la ventaja de que barones autonómicos y candidatos municipales cargarían con la derrota de forma directa pero, si ocurre, también salpicará al inquilino de La Moncloa. El gran problema de los plebiscitos y de los referéndums es que, con frecuencia, «los carga el diablo» y son imprevisibles. Hay una larga serie de precedentes. El histórico Charles de Gaulle (1890-1970) perdió un referéndum en 1969 y tuvo que dimitir. En 1970, el premier británico Harold Wilson (1916-1995) adelantó unas elecciones que creía que iban a ser plebiscitarias y sufrió una derrota contundente. Pinochet (1915-2006) también patinó en 1988 con un referéndum para perpetuarse en el poder y que perdió con claridad. En 1997, Jacques Chirac (1932-2019), presidente de la República Francesa, forzó elecciones para afianzar su mayoría, su partido zozobró y tuvo que gobernar en «cohabitación» con un primer ministro socialista. Por último, David Cameron, primer ministro británico, dimitió tras perder en 2016 el referéndum del Brexit contra los pronósticos –ajustados– pero favorables. Sánchez no se juega el puesto el 28-M, ni en el caso de una catástrofe, que siempre podría edulcorarse con algún éxito parcial –alcaldía de Barcelona, por ejemplo–, que los habrá incluso en el peor escenario. Sin embargo, ha arriesgado mucho y solo él sabe si es por su intento de evitar un desastre o por la confianza ilimitada en sus habilidades. En cualquier caso ahí están y buscan destinatario –puede ser cualquiera– unas papeletas que son puñales de papel, como sufrió Lloyd George.
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