Eleuteria
Por qué el daño a España será limitado
Se trata de una política comercial equivocada, dañina y proteccionista. Pero su impacto directo sobre la economía española, hoy por hoy, será menor
Estados Unidos ha decidido imponer un arancel general del 15% sobre las exportaciones procedentes de la Unión Europea. En algunos casos, como el acero o el aluminio, este gravamen se eleva hasta el 50%. Aunque hay excepciones –una lista reducida de productos que estarán exentos– la regla general es clara: acceso más costoso al mercado estadounidense.
¿A quién perjudica esta medida? Fundamentalmente a los consumidores estadounidenses, que pagarán precios más altos por los bienes importados, y a las empresas exportadoras europeas, que o bien verán caer sus ventas o bien tendrán que asumir un menor margen de beneficio. Pero si centramos el foco en España, el impacto de esta medida proteccionista será, en términos macroeconómicos, muy limitado.
Las exportaciones de bienes de España a EE.UU. apenas representan el 1,3% de nuestro PIB. Esto ya es de por sí una cifra baja, pero además conviene recordar dos cosas. Primero, perder un mercado no implica necesariamente perder ventas: muchas empresas buscarán recolocar sus productos en otros destinos. Segundo, el PIB no contabiliza el valor total de las exportaciones, sino sólo el valor añadido. Si España exporta un bien por 2.200 euros que ha importado previamente por 2.000, el valor añadido real es de sólo 200 euros.
Es decir, ni siquiera el 1,3% del PIB representa la pérdida máxima. De hecho, el daño estimado por la consultora T. S. Lombard para España es de apenas un 0,25% del PIB. Incluso si ciertas empresas y sectores lo notan más intensamente, el golpe general sobre la economía española será muy moderado. Y más aún si parte de esas exportaciones, como los productos químicos o algunos agrarios, terminan exentas del arancel (como parecen haber acordado EEUU y la UE).
Por último, además, esta guerra comercial no es exclusiva contra Europa: Trump ha subido aranceles también a Canadá, México, China o Japón. Eso limita el deterioro de la competitividad relativa de las exportaciones europeas frente a otros países. EE.UU. no puede producir todo internamente, y mientras haya productos que necesariamente tengan que importarse, las empresas europeas seguirán compitiendo –aunque a precios más altos, que pagará el consumidor estadounidense.
En definitiva, se trata de una política comercial equivocada, dañina y proteccionista. Pero su impacto directo sobre la economía española, hoy por hoy, será menor. Nuestros principales problemas siguen siendo de origen interno, no externo.